25

17 4 0
                                    

Mis ojos van abriéndose poco a poco. Lo primero que pienso es: ¿dónde estoy? ¿Cómo rayos llegué aquí? Me siento agotado, mareado, y me duele todo el cuerpo, especialmente la cabeza. Lo último que recuerdo con claridad es a mí dándole el primer mordisco a esa hoja de extravagante color. De lo que pasó poco después tengo vagos recuerdos "de flashazo", aunque hay un momento, poco después de haberle dado el segundo mordisco, a partir del cual no tengo ni la menor idea de qué pasó; lo siguiente de lo que tengo consciencia, es a mí despertando aquí. Tampoco tengo idea de dónde acabó Haadok, pero sabiendo que él ya tiene experiencia no dudo que se haya regresado a su cueva por cuenta propia. Aún siento mis movimientos ajenos a mí, pero al menos ya los controlo.

Me percato de que hay alguien conmigo. Muevo mi cabeza lentamente para ver a esa persona. ¿Me habrán secuestrado mientras estaba perdido en ese mundo tan abstracto? Nah, no como tal. Es sólo Dialixer.

-¿Te sientes mejor? -Me pregunta.

Me río.

-No sé si "mejor" sea la palabra indicada para decir "menos perdido".

Dialixer sonríe, negando ligeramente con la cabeza.

-¿Qué andabas haciendo ahora?

Vuelvo a reírme.

-... Fue increíble. -Hablo con cierta dificultad. -Lo veía todo tal cual era. Era exactamente el mismo mundo, las mismas cosas, pero no veía en ellas la representación que le daban mis ojos; veía su verdadera forma, la verdad de todo, su esencia... Los colores no eran representaciones de ellos, eran los colores en sí.... Toda la realidad se convirtió en una completa farsa... Y todas las ideas eran tangibles... Todas... Simplemente, no hay manera de describir ese viaje sin estar dentro de él... -Me río débilmente. -La "cruda" que tengo gracias a esas cosas está fatal, pero no me arrepiento de nada...

-Ah, Haadok... Te llevó a probar sus famosas "luces de la caverna". He de reconocer que es una experiencia bastante especial. Pero no abuses de esas plantas. Muchos se vuelven adictos; no en sí a ellas, sino a lo que ven bajo sus efectos. En otras palabras, se vuelven adictos a "la verdad" de las cosas. Después de experimentar el mundo de esa forma, se rehusan a seguir viviendo bajo la oscuridad de lo que ellos comienzan a definir como nuestra caverna de mentiras, y deciden voluntariamente crearse una sobredosis para poder vivir en aquel mundo que ellos denominan superior, sin verse obligados a regresar... Pero insisto, es decisión tuya. Yo sólo te hago saber lo que yo sé. Sólo te recuerdo que, de decidir eso, no podrás ya regresar a donde quieres volver.

Se prolonga el silencio. Dialixer se para y se pone a acomodar unas cosas que hay por ahí. Comienzo a analizar más detalladamente el lugar donde me encuentro: es una pequeña cabañita, construida por lo que parecen ser varas de algo similar al bambú, pero, como todo en este lugar, fosforescentes. Parece ser que es aquí donde vive Dialixer. Permanezco recostado, pensando en todo lo que pasó lo que para mí fue el día de ayer, aunque no haya días como tal aquí.

-... Ayer que volví a ir a donde está oscuro... -Rompo el silencio. -Me encontré a una bestia enorme, justo cruzando el límite entre la luz y la oscuridad. Estaba amarrada a un montón de cadenas, y sumándole su aspecto feroz, parecía ser bastante peligrosa. ¿Tienes idea de qué es eso que vi?

-Ah. Su nombre es Skiurlaub. -Responde con cierta obviedad.

-Skir... ¿Qué?

-Skiurlaub.

Insisto, ¿qué rayos se traen aquí con los nombres difíciles? Ni que hablaran en otro idioma.

-... ¿Y ese qué hace o qué? ¿Por qué está ahí amarrado?

La Esencia de la VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora