La relación entre Ashtabai y yo ha progresado mucho últimamente. Tanto, que ya casi ni si quiera le hablo a los demás que conozco aquí. Se ha vuelto ella mi prioridad. Pero en fin. Precisamente porque ella se ha vuelto mi prioridad, no tiene caso que hable de los demás en este momento... Este momento inigualable...
Los frondosos árboles y el sonido de la corriente del río lo hacen todo más propicio para que podamos entrar en un momento de suma intimidad. Poco a poco, exploramos nuestro interior a través de nuestro exterior.
Sus labios continúan rozando con los míos, pasionalmente, incesantemente... Su respiración hace el fresco contraste en mi piel ardiendo por la pasión. Recorro con mis manos su cuerpo, y ella recorre con las suyas el mío; tal y como si lo que tratásemos de hacer más allá de tocarnos fuera buscar nuestra esencia, cuando en realidad lo que hace nuestras manos a su paso es tatuarnos mutuamente esa esencia nuestra en el cuerpo del otro.
Vamos más allá de nuestra ropa, incluso más allá de lo carnal. La primera pasa a quedar completamente sobrando. Nuestras manos comienzan a hacer la labor de despojarnos lentamente de ella, con sutiles movimientos, tal y como si estuviésemos esculpiendo una obra de arte, la más fina de las esculturas. Y con ello, buscamos quitarnos el calor y la sofocación que nos provoca estar encerrados, para poder así fundirnos en el de nuestra pasión.
Nuestras bocas no dejan de tocarse, de rozarse, de juguetear incluso más allá de nuestros labios, extendiéndonos hasta el cuello. Dulce, sabe tan dulce... Ardiente, se siente tan ardiente... Me quema, me incendia por dentro. Mi piel se derrite en la suya y ya suya en la mía. Oigo el sonido del río, el de los árboles moviéndose con el viento... Pero no lo oigo yo, lo oye mi cuerpo. Yo no estoy ahí, yo estoy en ella, y ella está en mí.
Nos destrozamos lentamente el cuerpo para dejar ver nuestra alma. Nos despojamos de nuestra ropa para desnudar el cuerpo; nos despojamos de nuestro cuerpo para desnudar el alma. Ahora ya no sólo son nuestros labios en nuestras bocas, también nuestros dientes; ahora ya no son sólo nuestros dedos en nuestras manos; también nuestras uñas. Nos destazamos, lentamente... Sutil, dulce dolor... El dolor carnal que genera placer espiritual. Mi cuerpo ahora es suyo; el suyo ahora es mío. Cada quien reconstruye los pedazos del otro en nuestro propio ser. Ella forma parte de mí, yo formo parte de ella. Y así, ya no es ella, ya no soy yo. Ya no es uno, ya no es otro. Somos nosotros.
Quedamos completamente al natural. Dios, qué hermosa mujer es la que está frente a mí... Continuamos con nuestro juego de caricias, explorándonos mutuamente. Aunque desnudos, el calor se hace cada vez más presente. No queda nada que perder. Estamos protegidos mutuamente en la seguridad del otro.
Nos recostamos más; ella hacia adelante, yo hacia atrás. Lentamente, sutilmente... Rápidamente, arrebatadamente... la luminiscencia del pasto se vuelve aún más brillante, como si estuviéramos compartiéndole toda la energía que desprendemos.
Se inclina hacia mis genitales; dl paso de su lengua va rozándolos lentamente... Maldición... Maldición... Sigue... Sigue... El mismo jugueteo que estaba haciendo con mis labios está ahora en la parte más erógena de mi cuerpo. Me provoca... Me provoca cada vez más... Me encanta.
Se aparta. Se inclina ahora hacia la parte baja de mi abdomen. De ahí, comienza a subir lentamente, con un ritual de besos, uno tras otro. Siento el roce de sus labios en mi mojada piel, su ardiente respiración a su paso... Se detiene en mi hombro para darme una fuerte mordida... Hasta que sube a mi cuello. Ahora se detiene ahí. Vuelve a empezar el masaje con sus dulces labios, ahora en mi cuello... Me acaricia, me besa... Me muerde, me succiona... Normalmente incluso que simplemente me toquen el cuello es de ls cosas que más odio. Pero con ella... Con ella es diferente... Ella ha convertido la parte de mi cuerpo que más odio que toquen en la que más placer siento cuando ella lo hace. Se recorre de un lado a otro, por el centro de mi garganta. Comienza también a jalarme el pelo. Finalmente, llega a mi barbilla, para volver con su boca a la mía.

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La Esencia de la Vida
SpiritualUna familia que me quiere mucho, con buen nivel económico, la oportunidad de estudiar en las mejores escuelas del país donde vivo, y muchos amigos. ¿Qué más podía pedir? La estabilidad rodeaba todos los aspectos de mi vida. Estaba acostumbrado a que...