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Así que ahora tengo dos gemas. Y ni si quiera tuve que ganarle a Joriv. En realidad, ni si quiera tuve que hacer ningún esfuerzo como tal. Increíble. De cierto modo, me da esperanza de que pronto podré salir de aquí.

-Qué linda esa gema negra que tienes ahí, eh. -Me sobresalta una voz.

Esa misma voz que me irrita cada vez que la escucho: Dialixer. Maldita sea, ¿por qué siempre se aparece? Seguramente lo hubiera escuchado venir de no ser por el sonido del caudal del río. De haberlo escuchado, sin duda me hubiera largado, no importa que haya tenido que posponer mi ducha...

-Deberías considerar lo que Saizka estaba diciendo. -Continúa. -Puede que tenga razón. Joriv es un tipo engañoso, y es verdad que puede resultar arriesgado seguirle el ritmo.

Mi expresión de disgusto se acentúa, después de emitir una risa sarcástica.

-¿Por qué insistes tanto en tratar de imponerme como según tú debería hacer las cosas para actuar correctamente? Son mis decisiones. No te incumbe a ti.

-No estoy tratando de imponerte mi forma de pensar. Tienes toda la razón, las decisiones que tomas, las tomas tú, y nadie más. Yo lo único que hago es aconsejarte. ¿Qué no eras tú al que le urgía salir de aquí? Yo ya te dije que a mí me da igual, de todas formas las cosas continuarán fluyendo en su ciclo natural. Deberías entonces enfocarte en ti, no en lo que crees que tienes que hacer; enfocarte en el camino que recorres, no en el destino a donde quieres llegar.

-Sí, sí, sí... Esto, aquello, lo otro... Además, ¿tú cómo rayos sabes que estaba con Joriv? ¿O que Saizka estaba discutiendo con Haadok? ¿Por qué insistes en seguirme y espiarme en todo lo que hago? Maldito chismoso...

Mi expresión pasa de ser de enojo a verme afligido. Me recargo en el tronco de un árbol que se encuentra al lado. Suspiro.

-... Estoy cansado. Me siento apresado, agobiado por la realidad. Y no sólo por el hecho de no hallar la manera de salir de aquí. Desde hace varios meses las cosas simplemente parecen tomar cada vez más el rumbo contrario a lo que me favorecería. Siento que mi vida, mi propio cuerpo, se ha convertido en mi propia prisión... Hace poco recaí en los ataques de ansiedad que me incitan a autolesionarme, a lacerarme; esos ataques que yo creí haber superado desde hace mucho tiempo. Y me he sentido tan frustrado, que incluso he considerado la idea: ¿qué pasaría si simplemente me hago desaparecer? ¿Si me muero? A nadie le importaría, ya no soy nadie, para nadie. Pasé de tenerlo todo, a no tener nada... Ya ni si quiera por Sam consideraría no hacerlo; ella incluso se ha vuelto últimamente una razón para hacerlo, para demostrarle de una vez por todas que, en efecto, me importa más de lo que cree, y así entienda por fin el mensaje de qué tanto la quiero. Probablemente sólo a mi familia le afectaría si lo hiciera. Pero por mis papás, no me detendría, no... Aunque ya no estaría para verlo, lo haría solo para darles en la madre a su insistencia de que tienen un "hijo perfecto", más por mi papá que por mi mamá. En su cabeza no cabe la idea de que su hijo con una vida perfecta pueda pensar en el suicidio; y no tienes una idea de cómo me gustaría ver sus caras al darse cuenta de que no es así. Por la única por la que no lo haría, es por Leah, mi hermana. Es la única persona que no me ha lastimado, y que a pesar de todo sigue demostrando que le importo, aunque con ella no me siento apto para desahogarme; es mi hermana menor, siento la responsabilidad de ser su pilar de apoyo. Si yo me vengo abajo, ¿quién podría apoyarla a ella? Esa es probablemente mi única motivación. Ya ni si quiera puedo decir que la esperanza de que las cosas vuelvan a ser como antes, porque ya ni si quiera eso tengo...

Comienzan a salir lágrimas de mis ojos, las cuales no puedo parar. La voz también se me corta. Maldición, no quería que esto pasara... Pero supongo que en serio necesito desahogarme, y más ahora que, mucho menos que antes, tengo alguien con quien pueda hacerlo. Extraño tanto la oficina de Daira en estos momentos, o las estupideces del pendejo de Germán... Creo que hasta la molesta presencia de Daniel empiezo a extrañar.

La Esencia de la VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora