Capítulo 4: Un amigo peludo

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TEMO

Después de firmar los papeles del departamento habíamos decidido pedir 2 días en el trabajo para hacer la mudanza. Habían sido días muy cansados aunque con la presencia de Aris el tiempo pasaba volando y disfrutaba de sus bromas y su compañía. Ahora habíamos vuelto al trabajo para reponer los días que faltamos y a Carmelita no se le había ocurrido mejor idea que dejarnos a cargo de la limpieza después de terminar nuestra jornada normal de trabajo, todos ya de habían retirado y sólo quedábamos Aris y yo que terminamos de limpiar todas las mesas y ya era hora de cerrar

-Ya era hora... son casi las 12 de la noche. Nunca lo había considerado pero que grande es este lugar-Dijo Aristóteles exhausto de limpiar

-Mejor ya hay que ir cerrando por que a esta hora aparecen las brujas- Bromee

ARISTÓTELES

Por fin habíamos terminado de limpiar todo. A veces ser grande es agotador.

Estaba a punto de cerrar la puerta del restaurante cuando un peculiar ruido rompió la armonía del silencio

-¿Oiste eso?- pregunto Temo, era obvio que no había sido mi imaginación

-Si, sonó como...- Interrumpí mi frase para concentrarme en el ruido. Volvió a sonar, mire a Temo y supe que los dos reconocíamos el sonido

-¡Ladridos!- Concluimos al mismo tiempo.

TEMO

Eran ladridos apenas audibles. Voltee y note un pequeño bulto que se movía en una esquina de la puerta principal. Me acerqué con cautela y ese pequeño bulto pronto cobro forma, era un pequeño perrito chihuahueño parecido al de La señora Ana Sofía. Nos veía con algo de miedo pero en sus ojitos lograba ver el hambre que tenía. Lo tomé entre mis brazos y lo alce para que Aristóteles pudiera verlo mejor

-Owww, así que tu eres el que ha estado ladrando- dijo Aristóteles mientras le toma una de sus patitas

-Míralo, creo que tiene hambre- le di el perro a cargar mientras buscaba en mi mochila

-¿Qué haces?- me cuestionó

-Tengo un poco de jamón que me sobró del almuerzo- le di un poco al pequeño peludo que lo devoró de inmediato-¿Ves? Te dije que tenía hambre

-Si, eso veo... bueno amiguito, corre- puso al perro en el piso, el cual nos dedicó una mirada de agradecimiento

ARISTÓTELES

El camino del restaurante al departamento era bastante corto así que simplemente caminábamos unas cuadras hasta el edificio. Iba tomado de la mano de Temo como de costumbre cuando me percaté de un leve sonido, era algo así como un pequeño golpeteo contra el pavimento, sonaría ridículo pero la noche era tan silenciosa que hasta la más mínima corriente de aire era perfectamente audible

-Amor

-¿Qué pasa?- dijo extrañado Temo

-¿Oyes eso?- nos páramos y para mi sorpresa el ruido cesó

-Creo que si pero ya se detuvo, pensé que eras tú- De pronto un ladrido rompió de nuevo el silencio. Voltee y ahí estaba el pequeño perro que minutos antes habíamos visto en el restaurante

-Oh, tú de nuevo- lo cargué, en verdad era muy ligero

-Mira Aris, creo que tiene frío. Y si...- Voltee a verlo, sabía lo que estaba a punto de sugerir aunque me parecía una locura. La cara de Temo y el pequeño demostraban súplica

-Pues si se deja cargar hasta la casa llevatelo- La cara de Temo se iluminó y sin pensarlo mucho tomo al perro entre sus brazos.

TEMO

TE AMO: Con todos los coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora