Capítulo 23: Deja que salga la Luna

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NARRADOR

-...Y pues la neta, la neta si me siento herido por que ósea... ¿Usted que pensaría si la persona con la que compartió tantas cosas le oculta algo así? Bueno, para acabar ¿Qué opina usted?- preguntó el rizado

-Mire joven, pa' mi que su novio a de tener alguna razón para ocultarle algo tan importante, yo le aconsejo que lo dejé explicarle... pero bueno ¿Si va a querer o no su elote?- dijo la señora con el elote que Aristóteles había pedido desde hace media hora

-Si, gracias

-Por cierto... usted se me afigura al hijo del Juan Osorio... ¿Cómo se llamaba?, Ora vera... el Emilio

-Nombre, ya quisiera el Emilio... Bueno muchas gracias por el elote y el consejo- se alejó con algunas preguntas que rondaban su mente. Tal vez su novio no quería ocultarle la verdad, y como ya era costumbre en el rizado comprendió algo tarde que era hora de escuchar la versión de Temo.

***

Mientras tanto el castaño se encontraba en aquella habitación de hotel. La cama se sentía enorme y el gélido ambiente que inundaba las sabanas creaba una reacción en el chico que lo dejaba totalmente frágil y vulnerable, después de tanto tiempo por fin comprendía que lo que realmente lo dejaba en ese estado tan depresivo era la ausencia de Aristóteles no sólo física sino emocionalmente. La pelea de esta tarde había creado en el el triste recuerdo de su primera discusión cuando aún no eran nada pero en la que por fin Temo había desnudado sus sentimientos a la persona que amaba y el dolor de no ser correspondido.

Tenía ganas de correr por la ciudad entera y buscarlo para darle una explicación pero lo detenía el miedo a ser rechazado o tratado de una manera hostil por parte de su novio.

Sólo podía concebir una explicación al respecto y sabía que no era su culpa el ocultar un secreto tan grande sobre su familia... era algo que tenía que hacer, Pancho le había suplicado que guardará el secreto y en el noble corazón del castaño no cabía otra opción, el amaba muchísimo a su padre y sabía que algo relacionado a su pasado sólo lo lastimaba más aunque por otra parte estaba Aristóteles... aquel hombre que con su compañía había logrado enamorarle cada día con sus acciones y le había demostrado que era de su entera confianza. Entendía que era hora, había llegado el momento de contar toda la verdad.

Entre estos pensamientos que no abandonaban su cabeza el sueño por fin lo venció y quedó profundamente dormido aún con algunas lágrimas en los ojos. Era quizá media noche cuando el leve movimiento de la cama lo hizo despertar, y ahí estaba Aristóteles sentado en el pie de la cama observando a Temo descansar, el castaño ya conocía la expresión que tenía su novio en el rostro... podía leer en sus ojos la culpa y tal vez esto le dio el valor necesario para pronunciar una palabra que llevaba atorada en su garganta desde que había llegado al hotel

-Perdóname- masculló entre dientes con aquel tono somnoliento que lo caracterizaba al despertar

-No tengo que perdonarte nada Tahi- el rizado tomó la mano de su novio y la acariciaba con total calma- perdóname a mi por ser tan impulsivo y no escucharte desde el principio

-Lo sé pero te oculte ese secreto por mucho tiempo, tal vez debí decirte pero mi papá me hizo jurar que no se lo diría a nadie

-No pasa nada, comprendo que lo hiciste por una buena razón

-¿Y cómo lo sabes?- preguntó Temo sorprendido

-Por que tú jamás me ocultarias algo así si no fuera por que de verdad es una gran razón aunque me gustaría saber por que pero entiendo que es algo que sólo le corresponde a tu familia

TE AMO: Con todos los coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora