Capítulo 39: Ama sin ver

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NARRADOR

El hombre se mantiene sentado cubriéndose con disimulo para no ser visto aunque era más que obvio que su objetivo no sería capaz de distinguirlo y aun así guarda el mayor silencio posible mientras estudia con agilidad cada uno de los movimientos de la joven pareja que camina en el parque; El más bajito sostiene del brazo al más alto y con cabello rizado que lleva unas gafas oscuras adornando majestuosamente su rostro.

En su cabeza repite las palabras que su cómplice le dijo al salir aquella mañana y son las que le mantienen motivado a seguir en esa banca sentado y sin emitir ningún sonido... "Él es el culpable de nuestra soledad y ahora debe pagar"

Ahora la postura de ambos chicos ha cambiado y se toman de la mano, el de cabello rizado camina de manera lenta siguiendo el paso de su acompañante que le dedica una mirada cargada de amor y comprensión a la vez que le susurra algo que hace reír al más alto. En lo más profundo de su ser aquel hombre añora aquellos momento de gloria en la que su amada pelirroja le daba esas miradas juguetonas y caricias inocentes que con el tiempo se fueron convirtiendo en unas llenas de temor y tristeza.

Ella era suya, era parte de él y de su existencia, no podía aceptar que fuera el causante de que ella se alejara, ni siquiera cuando le dio aquella primera bofetada, ni siquiera cuando las lágrimas de la chica salían mientras el forzaba esas noches en las que la besaba hasta el amanecer y admiraba su cuerpo desnudo cubierto por algunos moretones que el mismo le había causado en sus noches de copas.

¡Maldita sea! Ella debía estar con él porque ¿Ella era de su propiedad no es así? Ella al igual que todo lo que había conseguido durante toda su vida se hacía a su antojo y esta no sería la excepción.

La pareja ahora se aleja e interrumpe los pensamientos del hombre y observa cómo se adentran a un hospital. El de rizos chocolate tienen una cara nerviosa y el castaño le da una caricia amorosa en la mejilla. Él sabe que esto no le agradara a su cómplice, la felicidad de ese par nunca eran buenas noticias y eso lo sabía muy bien, pues sin darse cuenta aquella amargura que aquejaba a su compañero empezaba a ser algo contagioso para él.

TEMO

-Estoy nervioso

-No tienes por qué estarlo, aquí voy a estar- le dije frotando el dorso de su mano, esto extrañamente funcionaba siempre que tenía temor y esta no era la excepción pues me dedico una sonrisa.

-Gracias tahi

-No tienes nada que agradecer, en las buenas y en las malas siempre...

-...Estaremos juntos- completó alegre

-Así es- di un beso corto en los labios

El médico entro apenado a la habitación, quizá por interrumpir el momento íntimo

-Perdón por interrumpir- se disculpó avergonzado

-No se preocupe, de todas formas no es el único momento de cursilería que tendremos hoy, se lo aseguro- Ari soltó una risa bromista que rompió con la tensión.

El doctor se sentó en el escritorio y procedió a abrir los análisis

-De acuerdo... Señor Córcega...

-Doctor, creo que a estas alturas me puede llamar por mi nombre, llevamos casi dos meses de análisis en análisis y a estas alturas creo que es la persona más constante en mi vida

-Bien, bien... Aristóteles, ya tengo tus resultados de esta semana

-Ningún cambio ¿no es así?- los ojos del médico se posaron en el sobre de resultados observando con detenimiento las letras impresas, seguramente con las mismas noticias de siempre.

TE AMO: Con todos los coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora