Capítulo 11: Yolo regresa

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NARRADOR

La chica de cabello dorado y ojos azules paseaba de un lado a otro. El miedo que sentía en aquel instante era quizá más grande que cualquier cosa que hubiera sentido. 2 minutos, tan sólo en dos minutos sabría lo que le deparaba el destino, el corazón le latía con fuerza y las manos le sudaban. La alarma del teléfono sonó indicando que la hora había llegado. Levantó con temor la prueba y está dibujó dos rayas rosadas. Sintió como el mundo se le venía encima en ese instante y por un momento suplico al cielo que todo fuera un error. Pequeñas gotas se formaron en sus ojos que fueron cayéndo lentamente por su rostro.

Abrió la puerta con temor y pronunció quizás las palabras más difíciles que hubiera dicho en su vida

-Salió positiva- masculló entre llanto.

El chico que la esperaba del otro lado de la puerta del baño palideció ante sus palabras, la rubia sólo lo miraba esperando una respuesta y mientras más pasaba el tiempo el silencio se le iba clavando en el pecho como una daga.

-¿Qué vas a hacer?- pronunció al fin el chico castaño

-¿Cómo que que voy a hacer? Más bien ¿Qué vamos a hacer?- Respondió la chica con evidente enojo

-Yolo, yo no puedo hacerme cargo y no es mi obligación

-¿Cómo puedes decir eso? Es tú hijo- su voz por más que hacía un esfuerzo salía quebrada

-¿Cómo puedes asegurar que es mío? Ya habías estado con el tal Guido antes ¿no? A lo mejor el te hizo el favorcito y ahora me lo que quieres amarrar a mi- Sus palabras eran veneno para la chica que no podía creer lo que escuchaba, tenía ganas de huir en ese instante y ahogarse en sus propios pensamientos pero ahí estaba, parada en frente de la persona que alguna vez le había prometido que estaría sin importar que. Sintió como un calor recorrió su cuerpo, cuando se dio cuenta su mano iba en dirección de la mejilla del chico

-¡Lárgate Nicolás!- gritó con odio

-Jamás me busques, no quiero que me relacionen con una pérdida- cerró la puerta y tras de el las ilusiones de la Yolo sé iban esfumando poco a poco.

Al poco rato llamaron a la puerta de su habitación donde se encontraba envuelta en las sabanas de su cama. No quería moverse ni un sólo milímetro, sentía que se astillería con los trozos de su propio corazón.

-¿Quién?- Respondió al fin con una voz apagada

-Hija ¿Todo bien? Vi salir muy molesto a Nicolás- Dijo Ernesto que se encontraba del otro lado de la puerta. No obtuvo respuesta y como todo padre preocupado se dio el permiso de entrar al cuarto. Se encontró con lo que todo padre teme; ver a su hija sufrir

-¿Qué tienes Yolo? ¿Ese tipo te hizo algo?- Preguntó preocupado. La chica quería hablar pero sentía que las palabras de quedaban saturadas en la boca así que se lanzó a los brazos de Neto. Sabía que algo grave había ocurrido por que tenía mucho que su hija no lo abrazaba, quizá desde que era una niña.

Yolo sabía que la hora había llegado. No tenía opción, tenía que contarle la verdad

-Dad... I' m pregnant- Esas palabras entraron en sus oídos como un trago agridulce. Sabía que cualquier cosa que dijiera saldría sobrando. Apretó con fuerza a su hija contra su pecho.

-¿Qué dijo Nicolás? Se tiene que hacer cargo- Dijo Neto

-No quiere hacerse cargo. Y yo no quiero que me ayude- respondió Yolo con coraje

-Pero es el papá, si no te quiere ayudar me va a escuchar ese tipo

-Dad, por favor no hagas nada. Déjame que tome una decisión- la mirada suplicante de su hija le conmovía

TE AMO: Con todos los coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora