Capítulo 29: Aniversario

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ARISTÓTELES

Siento como un peso enorme se deposita en mi pecho como si algo me hiciera falta, volteo a todas partes y entonces lo comprendo... Temo no está a mi lado y de pronto siento como si un trozo de mi alma me hiciera falta. Intento gritar su nombre pero de mi garganta no sale ni un diminuto sonido que indique mi desesperación.

Puedo escuchar a lo lejos su voz y por un momento me tranquilizo aunque de inmediato ese alivio se convierte en angustia cuando me percato de que son gritos de dolor, casi como alaridos y solo quiero correr a encontrarlo y aliviar su dolor. Me siento impotente y sin saber dónde estoy, no hay nada a mi alrededor como si el resto de la humanidad desapareciera, y entonces lo veo... acostado sobre el piso arrastrándose como si no supiera en donde esta y para ser sincero yo tampoco lo sé.

Trato de correr hacia el pero como si una fuerza intentara detenerme mis pies no reaccionan pero alcanzo a ver como sus ojos se van cerrando y poco a poco su piel va perdiendo color, como si se desvaneciera entre las sombras

-¡TEMO, MI AMOR... NO CIERRES LOS OJOS, NO ME DEJES!- por fin salió de mi boca y podía sentir como poco a poco las fuerzas de mi alma se iban terminando... Temo se las había llevado con él.

-Amor... levántate, ya me tengo que ir a la escuela y tú a trabajar- me despertó amorosamente Temo con un beso en la mejilla

-¡Tahi!- exclame jalándolo hacia mí para darle un abrazo

-¿Qué tienes?... ¿Por qué lloras?- preguntó preocupado. No me había percatado que había empezado a llorar

-Tuve un sueño horrible- expliqué refugiándome en su cuello, aspirar su aroma me traía tranquilidad

-Ya paso... aquí estoy- dijo mientras me acariciaba cariñosamente la cabellera. Era increíble como podía pasar de tener un colapso nervioso a tener completa paz estando a su lado. Cuauhtémoc era magia para mí, era como una medicina.

-Te quiero- susurre una vez que me calme un poco

-Si quieres me puedo quedar un rato

-No, está bien... mejor vete no quiero que pierdas clases, además hoy tenemos un día muy especial- dije levantando una ceja en modo coqueto

-No puedo creerlo... un año ya con este loquito- palmeo mi espalda con una sonrisa

-Este loquito está muy feliz de seguir igual de enamorado que antes. Pero no hagamos una escena cursi... tienes que irte

-Ah, ósea que me está corriendo señor Aristocles- dijo colocándose la mano en el pecho dramáticamente y con fingida indignación

-No Cuauhtemocles, pero si no se va ahora corre el peligro de que no salgamos de esta habitación en todo el día- sonreí pícaramente

-¡Aristóteles! Te van a escuchar- respondió sonrojado

-¿Y tú crees que no nos han escuchado?

-Buen punto- concluyó

***

-Hi uncle! ¿Qué haces?- saludo alegremente Yolo con una gran sonrisa. Últimamente había estado de un inusual buen humor... cosas del embarazo tal vez

-Hola sobri... cereal- ofrecí con la caja de cereal en la mano, negó con la cabeza

-¡Hola bitches! ¡Qué bonito día! ¿No les parece?- apareció Diego con singular alegría por la cocina, era extraño verlo arreglado a estas horas de la mañana. Normalmente siempre faltaba a las primeras clases, ¿Cómo demonios le hacía para sacar buenas notas?

TE AMO: Con todos los coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora