Capítulo 43: De la vida y el amor

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Parte 2

NARRADOR

-¡Ya no quiero estar más contigo Dimitri! ¡Ya me canse, ya me canse de que me trates como un mueble! Ya no puedo más- dijo la pelirroja con lágrimas en los ojos.

-Es que tú eres mía ¿No lo entiendes? No puedes irte- la mirada del rubio provocaba en la chica un espasmo de temor.

Por fin después de tanto tiempo estaba luchando por su libertad y sin embargo aquel chico en el cual algún día encontró un refugio para su corazón, poco a poco esa imagen de príncipe azul había sido remplazado por una del ogro que lastimaba sus sentimientos y su cuerpo.

-Yo no soy nada tuyo y jamás lo fui...- una cachetada la hizo callar, la sensación dolió pero ya no tanto como la primera vez que lo hizo.

-¿Qué? ahora vendrás a decirme que el idiota de Gustavo es tu tipo. Lo sabía, si eres una zorra...

-Piensa lo que quiera- Beatriz caminó decidida hasta quedar a escasos centímetros del chico- pero acá entre nos, él es mucho más hombre que tú...- la chica sintió como su rostro era nuevamente impactado con fuerza. Las mejillas le dolían y apreciaba un gusto a sangre en sus labios.

-No eres más que una sucia perra barata... la verdad solo sirves para coger...- esta vez la cachetada fue para Dimitri.

-Y no cabe duda que tú tienes muchos complejos Dimitri, se nota que eres muy inseguro y por eso tienes que andar humillando a los demás para sentirte mejor, pero por más que me humilles eso no hará que te tomen enserio, ya sé quién soy y no me da pena. Es evidente que tú no eres feliz con quien eres y la neta... me das lastima...- esta vez un golpe en el estómago de la pelirroja le hizo callar, pero eso no impidió saber que sus amigos siempre estarían para ella.

-¡Déjala!- oyó a alguien decir a lo lejos y ese era su antes mejor amigo.

-¡Deja de meterte en lo que no importa Gustavo! Esto es entre ella y yo...- otro golpe por parte de Gustavo impacto en el labio del rubio haciéndolo caer de espaldas.

-¡Ella es de mi incumbencia porque la amo!- gritó con furia.

-Gustavo... vámonos- trató de tranquilizarlo el ojiverde.

-No Diego... este imbécil ya me cansó- fue lo último que escuchó el rubio antes de que un fuerte golpe en su cabeza lo noqueara.

Todos estos recuerdos le atormentaban. Sin saber en qué momento aquella chica que exhibía junto a él había desaparecido de su vida. Lo cierto es que cuando perdemos a alguien es cuando nos damos cuenta del papel tan importante que esa persona tenía en nuestra vida.

Suspiró, contemplo su alrededor algo distorsionado debido al alcohol y sorbió un poco de la cerveza que llevaba con torpeza entre sus manos. El líquido raspó su garganta y caminó tropezando con sus propios pies.

Se lamentaba por sus actos, ahora la amargura de su alma lo consumía y quemaba su interior. Porque ahora comprendía las últimas palabras que la pelirroja chica que algún día había estado entre sus manos, le había dicho.

Era cierto, con cada palabra humillante que le dedicaba a la frágil imagen de Beatriz solo conseguía sacar a flote sus propias inseguridades, aquellas que le aquejaban. Toda esa fachada de hombre malo era un antifaz para ocultar su débil manera de vivir. Porque estaba solo y él lo sabía.

Mientras caminaba por la acera y los recuerdos invadían su mente el estruendoso sonido de un auto interrumpió demasiado tarde sus pensamientos.

El impacto fue fugaz. La luz desdibujo su visión y de pronto un negro infinito penetro en su existencia. Sentía que dolía, ardía cada centímetro de su cuerpo pero más importante aún, dolía su soledad, esa que lo acompañaba desde el instante en que su pelirroja se marchó de su vida.

TE AMO: Con todos los coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora