Capítulo 17: Silencios guardados

299 19 12
                                    

MATEO

La vida... la extraña he impredecible vida, nos trae sorpresas y cosas con las que tenemos que seguir adelante. Podría decir que a mis 19 años la vida me había dado los peores golpes, cómo ver a mi madre ser internada en un sanatorio mental después de que tomará una cantidad impresionante de antidepresivos cuando yo tenía 8 años o cuando vi a mi hermana morir ahogada en la piscina de mi casa mientras estaba a mi cuidado mientras mi mamá se encontraba ebria en su habitación.

Si, se podía decir que mi corta existencia estaba plagada de eventos lamentables y aún con todo eso me mantenía cuerdo con la poca compañía que me daba Emmanuel, mi mayordomo y la casi inexistente presencia de mi padre, desde que tengo memoria se la pasaba de viaje en viaje por su papel como político.

De una cruel manera había aprendido que no se puede vivir feliz si no tengo lo que quiero. Había muchas cosas que deseaba pero era la primera vez que deseaba a una persona, Cuauhtémoc López se había convertido en mi nuevo objetivo. Observarlo era casi como un placer que me consumía poco a poco, es que era todo lo contrario a mi; Era noble, era puro y parecía ser la única persona que no se alejaba de mi al conocerme. Estaba consciente de que a la gente parecía disgustale mi manera de ser pero no pensaba cambiar, era mi sello personal. Nunca me acostumbré a no tener lo que quiero y está vez no será la excepción, siempre obtengo lo que me propongo a toda costa y se lo que necesito ahora... Cuauhtémoc será mío aunque tenga que pasar encima de su estúpido novio rizado.

-Mateo, perdón por la tardanza, acompañé a Aristóteles al trabajo- Se disculpó Temo mientras de sentaba en frente de mi. Había quedado de vernos en la cafetería de la escuela para terminar de afinar los detalles del proyecto final. Hice una mueca discreta cuando mencionó a su noviecito y me dispuse a empezar con mi mejor actuación... la de amigo cómplice

-No hay problema- Contesté con una gran sonrisa

NARRADOR

El día era tranquilo en la biblioteca de la universidad donde Alex y Diego debatían sobre su proyecto y Gustavo terminaba de leer una historieta en silencio, de vez en cuando el chico giraba la vista a la mesa de a lado, una chica de cabello rojizo examinaba su reloj con impaciencia. Diego noto este comportamiento por parte de su amigo

-¿Cuándo le dirás a Beatriz que te gusta?- preguntó el ojiverde entre susurros

-¿Qué? No, ¿Co-como crees? Ella no me gusta- Respondió Gustavo nervioso

-Si claro, y yo nací ayer, por favor si yo he visto como la ves siempre, parece que vuelan mariposas. ¿O me equivoco Alex?

-No, he de admitir que te comportas como un menso cuando ella está cerca- Respondió Alex sin tapujos

-Además ¿No crecieron juntos? Según me habías dicho- preguntó Diego

-Pues si, pero desde que anda con el baboso de Dimitri no hemos hablado, creo que ya no quiere que seamos amigos- Confesó cabizbajo

-¿No has visto como la trata? Estoy seguro que ese idiota la manipuló- Dijo Alex con impotencia

-No lo creo, es más lista que eso- respondió Gustavo, dio un suspiro y volvió a su historieta.

Del otro lado de la biblioteca la pelirroja movía con impaciencia las manos mientras observaba la amplia entrada de la vieja biblioteca, muy adentro de ella deseaba con todas sus fuerzas que su novio no hiciera acto de presencia, había olvidado la última vez que esperaba con emoción correr a los brazos de aquel chico que alguna vez la había enamorado, ahora sólo imploraba por que su novio no tuviera otro arranque de celos. Por desgracia la chica empezaba a acostumbrarse a los cambios constantes de humor del rubio que le reprochaba a la menor provocación cualquier cosa que le pareciera incorrecta en ella, la gente había aprendido a verlos como la bella y la bestia en una versión denigrante y dolorosa para Beatriz.

TE AMO: Con todos los coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora