Aristotéles y Temo llegan a Ciudad de México con el propósito se crecer juntos y ayudarse mutuamente aunque tendran que pasar una serie de aventuras para amarse.
2 semanas se fueron volando para Aristóteles, Temo y Diego que ahora se había establecido de manera definitiva en la ciudad para estudiar en la misma universidad que Temo.
Hoy sería su primer día de clase y aunque trataban de lucir frescos se morían de nervios.
Los chicos comían casi a paso de tortuga, la emoción había reemplazado su apetito mañanero, cosa rara en ellos pues Diego se había convertido en el cocinero oficial y las cosas que preparaba eran ampliamente elogiadas incluso por Aristóteles que ya no le guardaba ninguna clase de envidia al ojiverde y en su lugar habían adoptado una amistad cómplice, que en parte se debía a la repentina relación cercana que Diego y Emiliano hubieran adoptado en las últimas semanas, cosa que tanto a Temo como Aris se les hacía adorable, se habían convertido en sus mayores shippers.
-Oigan ¿No van a comer nada?- preguntó Aris que observaba los platos de ambos chicos casi intactos
-No tengo hambre- dijo Diego
-Yo tampoco, me muero de nervios- secundó Temo
-A ver. Van a ver que les va a ir muy bien. A ti por que eres inteligente- Señaló a su novio- Y a ti por que eres la persona más diva que conozco- Diego sonrió- Seguro que será un gran inicio de clase- ambos chicos se pararon a abrazarlo
-Gracias- dijeron los dos
TEMO
La hora había llegado, después de casi perdernos en el metro por que alguien se confundió de vagón (Ajam... Aris) habíamos llegado a la escuela. Lucía como siempre pero lleno de personas de nuestra edad con mochilas en los hombros. Algunos lucían felices y otros como nosotros llevaban un semblante nervioso en el rostro.
-Bueno, así que ya es hora. Hoy es su primer día de clase- dijo Aristóteles con tono nostálgico
-Así es amor
-Bueno, mejor voy entrando en lo que se terminan de despedir... chao- Diego se alejó y entró por la puerta
-Cuidate tahi, Diego ya te puso tu almuerzo, no olvides comerlo. Ponte suéter si hace frío. Has muchos amigos y portate bien- Aris me acomodaba el cuello la camisa
-Tahi, no tengo 5 años- lo voltee a ver. Tenía una carita nostálgica. Me dio un beso en la frente
-Lo sé. Pero para mi eres cómo mi bebé- Lo tome por el cabello y le di un besito, suave y casto. Podría jurar que con ese beso le dije que estaría bien. Me miró y supe que entendió el mensaje
-Adiós amor. Si pasa algo sólo llámame, aunque este trabajando vendré si me necesitas- lo abracé una vez más y se encaminó hacia el metro.
Mi salón era bastante grande, algunos chicos ya se encontraban sentados en sus pupitres. Había grupos de personas que charlaban vivamente pero sabía que socializar no era mi fuerte así que sólo me coloqué en uno de los pupitres de enfrente.
Un chico de ojos azules y cabello rubio llegó apurado lo que ocasionó que la mitad de las personas que se encontraban en el salón voltearan a verlo.
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