15) Amargo

9.4K 1.1K 368
                                        

Adam

—¿Cómo que estuve a punto de morir? —farfullé desorientado, algo zumbaba en mi cabeza, el mareo no me dejaba moverme bien. La luz de la cochera se colaba por la ventana y me permitía ver a Jeca, se notaba cansada, estaba muy seria.

—Llegaste muy... no sé si borracho, drogado o las dos... Te acosté en la cama, me dijiste un par de cosas antes de dormirte. Me quedé sentada aquí asimilando lo que habías dicho, luego bajé para irme a casa, pero la puerta estaba cerrada, yo misma la había cerrado. Cuando subí por las llaves estabas vomitando boca arriba, te ahogabas... Me apresuré, intenté despertarte, pero no respondías, así que te volteé lo más rápido que pude para que escupieras todo. Tuve mucho miedo, Adam, y tú ni siquiera despertaste. Quería irme a casa, pero no podía dejarte solo. Aunque ya estabas de lado te amarré a la cama y traje una cubeta para no tener que limpiar más vómito. Quise irme, pero tenía miedo de que no fuera suficiente, si algo te pasaba no podría vivir con ello, ¡aunque ni siquiera es mi maldita responsabilidad! —explicó con tanta frustración que hasta pensé que se echaría a llorar.

—Jeca... Yo no sé qué decir.

—Está bien, no digas nada... Tengo que irme ya, estoy en problemas.

—¿Por qué? —cuestioné. Seguía muy atontado, aún no podía asimilar lo que me contaba.

—No he vuelto a casa desde el sábado en la tarde.

—¿Cómo que desde el sábado? ¿Pues qué horas son? —seguí averiguando, Jeca suspiró y se acercó para quitarme la atadura.

—Adam, van a ser las seis de la mañana. La luz que entra es del amanecer... Te acostaste el sábado en la tarde, ya es lunes. Dormiste más de veinticuatro horas seguidas. Yo estaba asustada, me fijaba que siguieras respir...

—¿Estás hablando en serio? —interrumpí exaltado—. Demonios, tengo que trabajar hoy. Jeca, no sé como agradecerte esto, me he portado como la mierda y tú sigues ayudándome —reconocí. Ella no dijo nada, no supe descifrar su expresión—. Si tú no hubieras estado aquí, yo hubiera muerto. ¿Qué hacías aquí?

—Quería hablar contigo, pero ya da igual. Me tengo que ir a casa, quizá mi madre no esté y si me voy a la escuela me salve de lo que viene.

—¿Qué querías decirme? —insistí, ignorando lo demás que dijo. Me dio una mirada molesta, pero había algo más en ella y seguía sin poder descifrar qué era.

—Olvidado, en serio tengo que irme. Ten cuidado por favor, piensa que las cosas que haces pueden afectar a terceros. Suerte en tu trabajo —se despidió mientras iba saliendo del cuarto.

—Jeca, gracias. ¿Hay alguna manera de agradecerte? —pregunté, levantándome de la cama.

—Sí: No me busques. Sigo necesitando las pastillas, así que solo llámame cuando necesites limpieza urgente. Por favor, no me busques —pidió apenas alzando la cabeza. Sus palabras tuvieron un efecto terrible en mí.

Tenía problemas para sobrellevar las emociones, y desde que desperté hasta que Jeca salió, solo pasaron unos minutos, pero mis emociones estaban en una montaña rusa. Me sentía atrapado, enojado conmigo, enojado con el mundo, malhumorado. No podía entender la magnitud de mis actos, tampoco por qué Jeca se había quedado para al final decirme que no la buscara más.

Quería tomar algo fuerte para relajarme, pero no podía arriesgarme tanto porque esa misma tarde empezaría a trabajar. Tenía el estómago vacío, el hambre me ponía peor, aún estaba con la mente dispersa y no me sentía con sueño. La tarde iba a ser muy larga.

"Pude haber dormido tres días, así que no está tan mal" Pensé antes de ponerme en marcha.

Jeca

Solo una razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora