29) Mejora

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Nota: El » y el —» indican que el diálogo sigue siendo del mismo personaje.

Jeca

Tenía un problema constante, a veces me callaba todo, otras escupía sin piedad cualquier pensamiento. En ambas fases acababa arrepentida de mi forma de actuar. Estaba ese sentimiento eterno de vergüenza y de haber podido ser mejor, pero no, siempre iba de impulsiva arruinando todo.

Otro problema era, que si yo consideraba a alguien prioridad, esperaba que fuese recíproco. Cualquiera puede darte regalos, pagarte cosas, invitarte a salir, pero eso no quiere decir que de verdad le importes. Muy poca gente da tiempo de calidad y eso me lo enseñó mi padre, me lo demostró formando una nueva familia, dejándome de lado y depositando una misera cantidad de dinero cada semana para aliviar su conciencia. Estábamos tan alejados que ni siquiera recordaba la última vez que habíamos hablado por teléfono, mucho menos vernos en persona. Y ahí partió mi molestia con Adam:

Yo confié en él un tema muy delicado, los problemas internos en mi casa era algo que solo él sabía, no le correspondía echárselo a Aaron en cara y menos para levantar su ego. Sabía que se había esforzado en regalarme el viaje completo, pero la confianza no se compra. Escuchar a mi hermano preguntar sobre la violencia que mi madre ejercía en mí fue como puñalada, porque hay temas que le cuentas a una persona esperando comprensión y nada más. A pesar de compartir la misma madre, mi hermano y yo vivimos vidas independientes y Adam estaba consciente de eso, si alguien tenía que reclamar era yo.

Quería hablarlo tranquilamente, hacerle entender mi sentir sin pelear, pero el hecho de que se olvidara de mí y me dejara esperando me caló hondo. Estuve toda la maldita semana pensando en él, quería su atención solo para mí, porque eso es lo que buscaba en una pareja: Exclusividad.

Llegó tarde, drogado, distraído, olía un poco a alcohol y no pude contenerme. El camino a casa fue una tortura. Creí que me había desahogado durante el trayecto, hablé sin parar y cuando llegamos, Adam soltó su tonta frase: "Cuando te tranquilices me cuentas como te fue". Eso me hizo darme cuenta que no solo no le importó abrir la boca para argumentar, tampoco quiso escucharme, todo lo que le dije fue ignorado, mi sentir era algo que al parecer no le interesaba.

Al final me dijo que estaba cansado de oírme y solo quería irse, sumando más frustración y dolor a nuestro reencuentro. Lo dejé ir sin más reproches porque me hizo sentir muy estúpida. Tuve un par de horas para pensar que quizá había exagerado, que no debí molestarme así, que si quería estar bien con él tenía que dejar mis sentimientos negativos de lado porque eso era algo que atormentaba a quienes me rodeaban. Todos se habían alejado de mí por mi forma de ser, Adam era lo único que tenía. Me reprendí mentalmente por ser una egoísta, quería disculparme y dejar la vergüenza que me empezaba a consumir.

Lavé un poco de ropa, me bañé, planeé mis palabras y fui a buscar a Adam para encontrarlo de nuevo fumando marihuana, bebiendo alcohol y pasando el rato con Jessica. Pensé que quizá yo seguía exagerando, pero el tiempo que pasé con ellos no dejaban de repetir que Jessica estaba soltera y eso solo podría significar una cosa: Ella y Adam volverían a enredarse. 

Estaban tan unidos de una forma envidiable, nada era lo suficientemente fuerte para romper ese maldito lazo.

Quería ser madura, quise sacar un poco de seguridad, pero Malcom, Adam y Jessica se conocían desde hace tiempo, habían pasado por cosas buenas, malas, peores y seguían juntos, yo era la que estorbaba ahí, no podía seguir fingiendo y mejor intenté irme. Adam me siguió:

Solo una razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora