Jeca
Me quedé sin entender un momento.
—¿A dónde me vas a llevar? —cuestioné dudando en qué tan real era su afirmación.
—A un lugar muy especial donde te voy a hacer mía —habló con la voz suave antes de soltar una carcajada—. Intenté no reírme, pero mi broma era muy estúpida. Vamos a hacer compras para mi casa. No tengo nada en la alacena y refrigerador.
No supe qué cara puse, pero Adam volvió a reír.
—Ya decía yo, tú no me buscas si no es por conveniencia —reclamé cruzando los brazos.
—Yo me voy yendo —avisó Marilyn mientras caminaba, Antonio seguía a un lado de mí, atento a todo.
—Oh, vamos, nos conviene a ambos, me ayudas a elegir qué comprar y yo te compro algo al final... Si me lo propusieras yo lo haría sin dudarlo.
—¿Cómo se supone que vamos a regresar con las compras y en moto? Además seguro conduces como loco. —En ese momento era Adam quien tenía cara de fastidio.
—Tú déjame todo a mí. ¿Vas o no?
—Me da miedo. ¿Traes casco?
—No vayas con él, no es seguro —me susurró Antonio, tocándome el hombro.
—No, no traigo casco, eso es para maricas. ¿Eres marica? —cuestionó divertido.
—Por dios, eres un imbécil.
—Sí. Voy a manejar como loco. ¡Todos nos vamos a morir, aaah! —gritó, haciendo que la gente alrededor volteara a vernos.
—Entonces sí voy —Levanté los hombros, Antonio me tomó del brazo antes de avanzar.
—Espera... no deberías.
—No pasa nada, Adam suele hacer bromas tontas, pero siempre procura cuidarme. Estaremos bien.
—Ten precaución, por favor. No confío en él —flaqueó. Se despidió de mí y siguió su camino, Adam le dijo adiós en tono burlón.
—Déjalo en paz —le pedí mientras me subía—. Ve despacio, traigo falda.
—Bendito viento y suertuda la persona que te vea —dijo dándome una palmada en el muslo. Luego arrancó con mucha velocidad y en sentido contrario gritando—. ¡Todos vamos a morir!
—¡Imbécil! —increpé abrazándome a su tórax. Él disminuyó la velocidad y se acomodó en el carril correcto sin parar de reír. Iba asustada, alterada, pero admito que me reí. Después de una semana tan tediosa, un poco de adrenalina no venía mal.
El supermercado estaba cerca de casa. Estacionamos con calma, me bajé aturdida y con miedo, Adam seguía como sin nada.
—¿Vas a trabajar? —le pregunté, mientras escogía un carro del súper.
—Sí, vamos a dejar las compras a mi casa y de ahí te dejo en la tuya.
—Bueno, pero me vas a comprar lo que quiera y un helado —aclaré poniendo el índice cerca de su cara, Adam asintió y entramos.
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Solo una razón
General FictionAdam es un vendedor y adicto a las drogas que se ve envuelto en un dilema cuando Jeca, una adolescente que él conoció años atrás, le pide ayuda con un encargo peculiar. ••••• Dos personas que viven y ven la vida de forma o...