17) Ayuda

10.3K 1.1K 1.2K
                                        

Jeca

No quería que Adam me viera, tampoco que entrara a casa y muchos menos que se acostara en mi cama, pero sucedió. Había tenido una semana complicada, aunque lo negara necesitaba compañía. 

—Adam, dame mi almohada —ordené intentando mover al hombre que yacía a mi lado.

—Ya me quitaste del lugar, ¿también me quitarás la almohada?

—Es mía, dámela.

—¿Solo tienes una? —inquirió sin intentar quitarse mientras yo luchaba por moverlo.

—Sí, solo tengo esa, ¿para qué necesitaría otra si duermo sola?

—Estoy cómodo —argumentó estirándose para acomodarse mejor.

—¿Sí? Bueno entonces te usaré a ti —advertí. Me dejé caer con fuerza sobre su abdomen, él se quejó de dolor, pero no se movió. Pasaron unos segundos antes de sentir su mano sobre mi cabello, acariciando con ternura.

—Si piensas que voy a ronronear, te estás equivocando —aclaré riendo, Adam soltó una risa leve.

—Intentaba crear una atmósfera agradable para que pudieras desahogarte —explicó sin dejar de acariciar.

—No sé si recuerdas que me solté llorando de forma patética hace poco.

—Dame tu mano —pidió Adam, pero por la falta de luz terminó dándome una palmada en el rostro—. Lo siento.

—Auch. Si no lo sabes, intento que los moretes se me quiten pronto. —Volvimos a reír, aunque lo mío fueron nervios al saberlo tan cerca. Agarré su mano con extrañeza y la entrelacé con la mía. Nunca lo había tomado así; su piel era áspera y se podían sentir los huesos sobresaliendo de esta.

—Bueno, si quieres hablar, voy a escuchar; si te quieres quedar meditando, aquí estaré a tu lado. No diré nada, solo estaré contigo —explicó. Mi cabeza se movía al ritmo de su respiración. Había silencio, sin embargo estaba inquieta.

Cerré los ojos. Podía elegir mucha cosas de las cuales quejarme, pero en ese momento no me apetecía hablarlo. Solo quería quedarme con Adam a pesar de sus idioteces. Él se había vuelto la única persona con la que podía hablar y me sentía entendida. A la par eso me remordía la conciencia, porque Antonio merecía más ese lugar, sin embargo no podía sentirme cercana a él. 

Los sentimientos encontrados me hicieron suspirar. Dentro de mí algo estaba mal, era culpa. Sabía que no debía volverme cercana a quien se suponía, estaba apoyándome en mi suicidio. Era una locura de solo pensarlo. Pero alejarme me hacía triste, más sola y prefería quedarme para sentirme viva. Estar con Adam era abrir paso a emociones distintas, a conocer el otro lado de la moneda: arriesgado, divertido, prohibido, malicioso, emocionante, diferente. Pero a la vez todo estaba lleno de drama, decadencia y dudas.

—Jeca. —La voz de Adam me sacó de mi ensimismamiento. Levanté la vista aún sabiendo que no podría encontrarme con su cara por la falta de luz. De mí solo salió un quejido a modo de respuesta—. Quiero, no... necesito decirte algo.

—¿Qué? —pregunté, fingiendo estar de malhumor. 

—Voltéate —ordenó. Me incorporé para seguir cuestionando.

—¿De qué hablas? Apenas empiezo a adaptar la vista.

—Por favor. No puedo hacerlo si siento que me miras. —Cerré los ojos y resoplé con frustración. Luego volví a mi lugar en el abdomen de Adam, pero con la vista hacia sus caderas. Algunos recuerdos perversos se me fueron a la mente, lo cual me hizo sentir avergonzada.

—¡Ya dime! —exigí para intentar apaciguar mis memorias

—Me gustas —soltó apenas terminé de hablar—. Antes de que digas algo, preguntes o cualquier cosa, quiero dejar claro que esto no es una declaración de amor. Me gustas, pero no quiero pasar la línea de la amistad. No es que no quiera, es más bien que no puedo. Bueno sí puedo, claro que puedo, pero ay... Yo quiero ayudarte, mas no puedo hacerlo si al mismo tiempo intento tener algo exclusivo contigo. Soy una persona problemática, claro está. Parezco sencillo, pero no lo soy. Jeca, me gustas, pero no me gusta que me gustes porque no soy lo que necesitas ahora, y tú no eres el tipo de chica que se conformaría conmigo.

Solo una razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora