The Stripper - Juliantina (Adaptación)

Capítulo 10. Le café.

"Tal vez no lo has notado, pero la vida no es muy justa". Severus Snape, Harry Potter.

Canción sugerida: Wild – Troye Sivan ft. Alessia Cara.

Valentina.

Oí el ruido estridente del despertador junto a mi cama, ¿Tengo que trabajar un domingo?

Sí, si tienes. Pensé.

Somnolienta, supe que debía obligarme a levantarme de la cama. Juliana estaría esperándome en Le café.

Me estiré pensando en la noche anterior, una amplia sonrisa relució en mi rostro. Las imágenes de aquella stripper estaban en mis pensamientos, su voz ronca, sus gemidos, ¿Cómo puede hacerme sentir tanto? Recuerdo lo mucho que anhelaba tocarla, darle placer. Me he excitado de solo imaginarlo, quería poseerla, quería hacerla mía, pero pronto. Su aire superior se confrontó al mío y eso me hizo querer tenerla aún más. Es gracioso, jamás vi tanto autocontrol en alguien que no fuera yo misma.

Deja de pensar en ella, Valentina.

Me levanté de la cama hacia el cuarto de baño para alistarme. Hice mi rutina de aseo de la mañana, me organicé con un vestido un poco más sencillo de lo usual. Mi vestido era negro y tenía un escote en la parte delantera, tacones del mismo color y unas gafas rayban. Mis labios de un color rojo.

No tardé mucho para aparcar mi auto a cuatro cuadras de mi departamento, donde "Le café", uno de mis lugares favoritos, tenía sus puertas abiertas para mí. Yo he frecuentado este lugar durante años, adoraba ese lugar tan mágico, parecía pertenecer a un pequeño rincón de París. El edificio tenía una arquitectura antigua, pero muy bien conservada, en frente de numerosas mesas para los clientes que les gustaba el aire libre.

Entré en el acogedor establecimiento, ya que no estaba lleno, para mi fortuna. El lugar tenía tan buen ambiente que era sumamente concurrido. Observé los muebles de madera con accesorios grandes y el enorme balcón.

En las paredes habían varias imágenes de Francia, en especifico de París, también mapas y estanterías con libros. Es un real pedazo de la ciudad del amor en Miami.

Escuché una voz a mis espaldas. – Valentina, querida – me dijo, voltee a ver al hombre con canas que se acercaba a mí.

Sonreí. – Gerald, buenos días – lo saludo, amigable.

Me mira fijamente. - ¿Tan temprano aquí? – inquiere -, ¿Puedo saber a que debo el honor? – pregunta.

Me encojo de hombros. – Necesito un lugar tranquilo para trabajar, no quería pasar más tiempo en mi oficina así que esta fue mi primera opción – le explico.

Su acento claramente francés sale a relucir. – Perfecto, ¿Estás esperando a alguien más? – inquiere -. Tengo una mesa en la parte trasera, allí es sumamente tranquilo y te garantizo que nadie te molestará.

Asiento. – Eso sería maravilloso – respondo -. Y sí, estoy esperando a mi asistente.

Él posa sus cálidos ojos sobre mí. – Creo que la chica ya se encuentra aquí – me dice -. Lo digo porque vi a una hermosa mujer caminando por aquí y estoy seguro que nunca antes la había visto, la habría recordado.

Le doy una media sonrisa. - ¿Dónde está esta chica de la que me hablas? – le pregunto.

Se acerca a mí. – En el balcón – lo señala -, sabes que tenemos una hermosa vista del parque de enfrente.

Asiento. – Absolutamente, Gerald – concuerdo -. Por favor envía a alguien para atendernos, iré a verla – le digo.

Él me sonríe y me lleva camino a la mesa donde ella podría encontrarse, no se había equivocado, era ella, Juliana. La morena estaba concentrada leyendo un libro, tanto así que ni siquiera notó mi presencia.