Capítulo 39. ¿Quién dirige este juego?.

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"En resumen: hay personas por las que perderías el tren por un solo beso. Y trenes en los que montarías por exactamente lo mismo. Y es precioso". — Defreds, Casi sin querer.

Dieciocho páginas de lectura. Espero que las disfruten. 

Canción sugerida: Aitana, Morat – Más de lo que aposté.

Juliana.

Desperté en esa fría mañana con el cuerpo de Valentina pegado al mío, debo confesar que era maravillosa la sensación de sentirla allí, capaz de acurrucarse conmigo de esa manera. La mujer estaba detrás de mí, envolviéndome en un encantador abrazo. Podía sentir el ritmo y el profundo respirar que emanaba. Me removí lentamente, tomando mi teléfono de la mesita de noche, era muy temprano. Me volví hacia ella, mirando su serena expresión mientras dormía. Hermosa, como de costumbre.

Su cabello castaño claro hacía destacar su piel suave y pálida, incluso podía ser comparada con una ninfa. Ella me recordaba a la playa y sus ojos al océano. Sonreí y deslicé mi pulgar en su mejilla lentamente, de forma delicada. Suspiré, pensando en lo suertuda que soy por tenerla en mi vida.

La noche anterior Valentina insistió en que durmiera en su casa. Al principio me opuse, pero como era de esperarse, ella encontró la manera de hacerme cambiar de idea con sus argumentos. Llegamos a su casa y ella se hizo cargo de preparar una cena simple. Valentina me dijo más de ella, con el fin de saber más de mí y yo simplemente hablé, abrí el libro de mi vida a la mujer que quería junto a mí para siempre.

Era cierto, tenía un gran miedo de permitirle conocerme realmente, todos mis problemas eran tan pesados que no quería que la rodearan a ella. Para mi sorpresa, me escuchó, me apoyó y se mantuvo ahí en mis momentos más vulnerables, lo que me hizo quererla aún más. Sus relajantes caricias me ayudaron a sacar todo lo que estaba dentro de mí, eso que me hacía daño. Valentina de una manera amorosa prometió que me haría feliz, que ella sería la diferencia en mi vida. Y no dudé de ella, tenía con ella la gran confianza de que mi futuro a su lado sería mejor.

Deposité un beso en su frente lentamente e intenté desenredarme a mí misma de sus brazos sin despertarla. Valentina se removió un poco en la cama, quejándose del frío, pero rápidamente coloqué una manta sobre ella. Sonreí tan pronto como se acomodó y de puntitas puse mis pies en el frío suelo, sintiendo mi cuerpo temblar. Caminé con pasos lentos al baño para realizar mi higiene matutina.

Entonces decidí caminar a la cocina, esa mañana Val iba a recibir mimos, esperaba que no le importarse que tocara sus cosas. El apartamento de Valentina era digno de una Carvajal, enorme y sofisticado. Todo de buena calidad, repleto de lo necesario y más, además tenía una hermosa vista al mar de Miami y a todos los enormes edificios. Até mi cabello y abrí la nevera que estaba llena, difícilmente ella se comería la mitad de todo eso. Escogí todos los ingredientes y los puse en la encimera, contenía frutas, leche y zumo. Haría un gran desayuno.

Bien, me llevó más trabajo del que imaginaba, pero estaba haciendo un buen trabajo. Nuestro desayuno consistía en tortitas, ensalada de fruta, zumo, café con leche, bacon y huevos revueltos. Todo estaba casi listo, solo faltaban por cortar las últimas fresas. – Podría acostumbrarme a esto.

Me giré rápidamente poniendo mi mano sobre mi pecho. - ¡Dios, Valentina! ¡Me asustaste! – chillé.

La mujer dejó salir una hermosa sonrisa hacia mí, estaba sentada en una de las sillas de la encimera. Vestía una camisa negra apretada, dándome una vista de sus pechos, además de unos shorts blancos y su cabello atado en una coleta bien hecha. Se veía hermosa. – Lo siento, Juls – habló acercándose.

The Stripper - Juliantina (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora