Capítulo 53. Nuevos tiempos.

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"Así que tendrá que aprender lo mismo que tú: que la familia no la da la sangre. Es la gente que te quiere; la gente que te guarda la espalda". –Cassandra Clare, ciudad de fuego celestial.

Canción sugerida: Life time – Justin Bieber.

Juliana.

No sé exactamente por cuantos minutos permanecí completamente inmóvil. No razonaba lo suficientemente rápido como para captar las palabras que habían salido de su boca. Ella terminó de hablar y yo solo me helé en mi lugar. Sus ojos azules brillaban con la intensidad de dos estrellas y yo estaba inquieta. Se veía hermosa e intentaba mostrar la calma ante mi silencio.

Ella se removió frente a mí, mirándome con desesperación. ¡Despierta, Juliana! ¡Di que sí! – Entonces... – susurró ella, dejando sus ojos vagar hasta mi mano, para después conectar otra vez con los míos –. ¿Quieres casarte conmigo, Juls?

Mis labios curvaron en una sonrisa, haciéndome entrecerrar los ojos. Dejé escapar una profunda bocanada de aire, liberando la emoción que llenaba mi pecho con tanto fervor. – Por supuesto, ¡Claro que me casaré contigo, Val! – le dije, emocionada, inclinándome para abrazarla con todo el amor que tenía contenido en mi cuerpo –. Sí. Lo haré. Acepto – susurré en su oído, confirmándole una y otra vez mis deseos.

Sabía que Valentina estaba sonriendo y su respiración errática se ralentizó con suavidad. Ella me abrazó, aliviada. De las cosas que más amaba en el mundo era saber que Valentina era feliz. A pesar de tanto, a pesar de todo, su felicidad traía consigo la mía.

Ella se separó despacio y deslizó el anillo sin preámbulos en mi dedo anular. Mi corazón martilleaba con fuerza, revelando lo importante que era para mí todo esto. Cuando pude observarlo, mi sonrisa se ensanchó. – Te haré la mujer más feliz de este mundo, Jul.

Incliné mi cuerpo, poniéndome de rodillas en la bañera de hidromasaje. Las manos de Valentina aterrizaron en mi cintura, con el fin de tenerme más cerca. Me aproximé rápidamente, sentándome en su regazo, poniendo las piernas alrededor de su cintura. Apoyé la frente contra la suya, siendo capaz de sentir su respiración entrecortada contra mi cara. Nos quedamos con los ojos cerrados, simplemente disfrutando de toda la sensación que ese momento nos estaba ofreciendo. Las manos delicadas de Valentina fueron de arriba abajo en mi espalda, acariciándome llena de amor.

– Sé que lo harás, nena. Confío en ti.

El mundo dejó de girar, el tiempo se detuvo y solo existimos ambas en aquella bañera con una sensación de calidez que abarcaba nuestros cuerpos. Quería ese tipo de intimidad por el resto de mi vida, más allá del buen sexo, las caricias y la pasión, deseaba con locura que esa chica y yo compartiéramos este amor profundo por lo que nos quedaba de vida. – Te amo, Juls – murmuró, sonriéndome.

– Y yo la amo a usted, señorita Carvajal. Mi Val.

Podría estar en medio de la guerra, el caos y la desesperación, pero Valentina Carvajal sería capaz de traerme de vuelta a la luz. Ella era mi faro. Mi esperanza. Mi consuelo. Ella significaba el mundo para mí. Ella era lo mejor de mí.

Aquella noche no nos fundiríamos la una contra la otra, amándonos. Esa noche solo sería para complacernos de la intimidad que poseíamos, del amor incondicional que estaba abarcándonos y todo valdría la pena.

Ese día yo no podía respirar con tranquilidad, pero Valentina cuidó de mí. Ella me sacó de la bañera, me envolvió con una toalla y me secó. También eligió un atuendo para mí y me ayudó a vestirme con una de sus camisas gruesas. Luego, como si se tratase de una niña, me desenredó el cabello y me ayudó a meterme en la cama. Me abrazó. Me mantuvo segura y su calor me hizo saber que nunca más estaría sola.

The Stripper - Juliantina (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora