Capítulo 24. Anhelo.

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"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio". – Julio Cortázar, Rayuela.

Canción sugerida: Kiss it better – Rihanna.

Valentina.

El camino de regreso sería largo, pero esta vez no me importaría. Nada iba a cambiar mi estado de ánimo este día.

Absolutamente nada.

Pensé mientras miraba a Juliana, que estaba sentada a mi lado. La mujer parecía estar más cansada que nunca. No era para menos, por supuesto. Nuestras últimas horas habían estado más ocupadas de lo normal.

Ella recostó su cabeza la ventana e inhale su aroma, olía a frutas y me agradaba el perfume que traía consigo. Sonreí al recordar nuestro tiempo juntas en el interior de la habitación, cada detalle fue grabado en mi mente, como en una película. Escenas y más escenas se reproducen constantemente, lo que me hizo sentir como una idiota.

Cálmate Valentina, no seas tonta.

Suspiro con fuerza, ella estaba profundamente dormida. A veces se queja de manera inconsciente debido al movimiento del auto, entonces me dedico a mirarla. Tenía unos rasgos delicados, casi dibujados a mano. Sus labios fueron moldeados por los dioses rosados y carnosos. Una morena con un cuerpo y características latinas, que me atrajo tanto.

No soporto ver su incomodidad así que tiro de su cuerpo cuidadosamente sobre el mío, impidiendo que ella despierte. Instintivamente ella se acurruca en mis brazos rápidamente. El clima estaba frío, pero yo la calentaría. Agarré mi abrigo y cubrí a la mujer que temblaba de frío. Le di un pequeño beso en la parte superior de la cabeza con afecto y mis manos deambulan lentamente sobre su espalda. Fue bueno tener un momento a solas con ella, aclarar ciertas cosas. Juliana es del tipo de mujer que desea ser cuidada, pero no lo necesita. Ella debería ser cuidada, amada y protegida todos los días. Innegablemente terminé pensando en que yo podría ser la persona que le ofreciera eso y más.

A través del espejo retrovisor pude ver a Bruce, mirándonos con una sonrisa cargada de dulzura. Él sería testigo de muchas cosas, como siempre lo fue, pero confiaba ciegamente en él. Su prudencia y carisma hacían que fuera un hombre de mi entera confianza.

Sonrío. – Si le dices a alguien, te dispararé – le advierto con una risita y él me sonríe con dulzura.

– No le diré a nadie, señorita – promete -. Estoy feliz por usted.

- ¿Usted está insinuando...? – pregunté confundida.

– Siempre supe que terminarían así.

- ¿Cómo? ¿Por qué? – le pregunté en voz baja para no despertar a Juliana.

– La señorita Valdés es una mujer muy especial – concuerdo con él -. Además, la forma en la que se miran. La manera en la que usted la mira es tan distinta a como ha mirado a cualquier otra persona – admite -. La conozco bien.

– Mi padre siempre pensó que Juliana y yo éramos pareja – agrego -. ¿Es tan obvio mi interés por ella? – inquiero.

Bruce sonríe en grande. – Ambos la conocemos lo suficiente, pero no, no ha sido tan obvia si es lo que le preocupa.

Yo no quiero caer en el amor, no debería. Valentina Carvajal no se enamora.

¿Por qué tienes que hacerme esto a mí, Juliana Valdés?

The Stripper - Juliantina (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora