Capítulo 32. Torbellino de sentimientos.

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"Ojalá dejes de esperar a mañana. Ojalá empieces a hacerlo hoy. Ojalá dejes de estar triste por lo que has perdido y descubras que todavía te tienes tienes a ti mismo". - Nacarid Portal. 

Canción sugerida: Afterlife - Hailee Steinfeld. 

Valentina.

Juliana clavó sus uñas en mis hombros, dejando salir un gemido que me volvió loca. La mujer movía sus caderas rápidamente sobre el escritorio mientras yo la penetraba con dos dedos. Ella era magnífica, estaba completamente desnuda y sudada. Su cabello estaba alborotado dejando en claro lo que estábamos haciendo encima del escritorio. Su piel brillaba gracias a las gotas de sudor. De su boca ligeramente abierta salían palabras sucias a cada instante, incrementando mi excitación. Dios esa mujer es enloquecedora.

– Dios, Juliana amo cuando gimes como una pequeña perra. Me excita mucho – le dije en un gruñido a la mujer que gemía tan excitante debajo de mi cuerpo.

Sí, el sexo con Juliana Valdés todavía no había acabado. Digamos que en ese momento dejamos salir todo nuestro enojo con placer. Me incliné para tomar con mi boca un pecho de la latina, deslizando lentamente mi lengua sobre su rosada y deliciosa aureola, lo cual hizo que la morena soltara un gemido impulsándome a continuar, entonces succioné su pezón el cual ya estaba hipersensible.

- ¿Quieres matarme? – preguntó agonizante.

Sonreí perversamente, pensando que la única manera en la que podría matarla sería con placer. Ella gimió, su boca permanecía ligeramente abierta sin poder contenerse. Sentí mis dedos apretarse en el interior de esa mujer, la sensación era increíble, empujé más fuerte dentro de ella, rápidamente viendo como me rogaba con la mirada y yo succionaba sin cesar su pezón como un hambriento felino. Juliana movía sus caderas involuntariamente contra mis dedos, su cuerpo estaba siendo comandado por el placer que le estaba otorgando. Continué con esos intensos movimientos hasta que sentí como ella se corrió para mí.

Su pecho se movía rápidamente en una respiración agitada. Literalmente quedamos exhaustas, ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que tuve una maratón de orgasmos consecutivos. Dejé mi cuerpo colapsar sobre el de ella lentamente, me sentía débil. Las piernas me temblaban.

– No pue...puedo más... - susurró fatigada, causando una ligera risa en mí.

– ¿Te cansé? – inquiero.

– Demasiado, creo que no podré caminar mañana.

Tenía mi cabeza sobre su pecho, escuchando su acelerado ritmo cardiaco. Estábamos acostadas sobre mi escritorio completamente desnudas. Por suerte o por mi intención, persianas de mi oficina estaban abajo, cubriendo las ventanas de vidrio en el momento en que entro Kara a mi oficina. A esta hora los empleados ya estaban en sus respectivas casas y le ruego a Dios que nadie haya escuchado lo que sucedió aquí, lo que era poco probable, porque nuestra discusión fe seguida por gemidos y nalgadas que fueron muy escandalosas. Cerré mis ojos sintiendo la pequeña mano de Juliana pasando por mi cabello con delicadeza. Nuestras respiraciones gradualmente se fueron apaciguando hasta dejar solamente el sonido de la tormenta. Abrí mis ojos observando nuestras prendas tiradas en el piso, recordando el momento exacto en que fueron lanzadas.

Respiré hondo. – Me estoy volviendo loca – dije mientras me levantaba del lado de Juliana y ella me miró confundida.

- ¿Qué pasa, Val? – inquiere.

Sus ojos marrones denotaban su desentendimiento de la situación. - ¿A qué te refieres con ¿Qué pasó? ¡No debí haber hecho esto! – exclamé tomando mis cosas del suelo -. ¡Es tu culpa! – gruño.

The Stripper - Juliantina (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora