Capítulo 22. Perdidas.

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"Pienso en bisontes y ángeles, en el secreto de los pigmentos perdurables, en los sonetos proféticos, en el refugio del arte. Y esta es la única inmortalidad que tú y yo podemos compartir, Lolita mía." —Vladimir Nabokov, Lolita.

Canción sugerida: Childish Gambino - Redbone

Kara.

Esperé a Valentina por horas delante del lugar y parecía estar demasiado ocupada. La ansiedad me corroía, quería saber qué hacía ella ahí dentro. Aún no había aparecido por las puertas de Imperium, ese era el nombre de ese club. Por lo que pude ver era un lugar frecuentado por la élite de la ciudad, los autos importados, las personas de alta sociedad entraban y salían con frecuencia.

La furia invadió mi cuerpo, imaginarla a ella con alguien más hacía que no pensara razonablemente. Quería a Valentina cerca de mí, deseaba que me quisiera, que se atreviera a volver a Europa conmigo y se olvidara de esta ciudad que solo la había convertido en una mujer fría y espantosamente dura.

Estaba atenta a cada persona que salía por las puertas de aquel lugar y debo admitir que el cansancio se apoderó de mí, sin embargo, debía esperarla y más aún, saber cuál era la razón por la cual ella se encontraba allí o bueno, quizá quién era. Ella no era una mujer que saliera en las noches en busca de diversión, en realidad siempre fue una chica que disfrutaba su casa como su lugar a salvo y como una fortaleza para su propio cansancio cuando no estaba trabajando. Cuando pensaba en Valentina desde que llegó a Miami, lo primero que se me venía a la cabeza era el trabajo.

Me estiré en el asiento de mi auto, sintiendo un leve dolor en la espalda y mis músculos entumecidos debido al tiempo que llevaba sentada espiando. Tomé mi bolso y saqué mi espejo para comprobar mi aspecto, por cierto, fui muy descuidada al salir de casa. Entonces la vi, me di cuenta de aquella silueta que conocía perfectamente, aquella mujer estaba dejando aquel lugar. Cerré el pequeño espejo y la seguí con la mirada, mis ojos estaban sobre Valentina.

Ella veía a todas partes avanzando hacia su coche, no estaba acompañada, por el contrario, estaba sola tal como cuando entró. Estuvo un momento en el coche y luego encendió las luces para luego retirarse de allí. En un rápido movimiento encendí mi coche para perseguirla, no podía perderla de vista... ¿o podría? La curiosidad me carcomía por dentro, tenía muchas otras oportunidades para saber en dónde estaba viviendo Valentina, pero no para saber qué demonios estaba haciendo aquí.

Sonreí.

Apagué mi coche, escaneé atentamente mi atuendo que se conformaba de una chaqueta negra de cuero, una camisa de cuello tortuga blanca algo corta que dejaba a la vista mi abdomen, un pantalón talle alto de color negro que ajustaba mis curvas y unas botas cortas. Lucía bastante bien. El problema parecía ser mi cabello, así que lo organicé como mejor pude, tomé mis cosas y bajé del auto.

Caminé hacia el club captando la mirada de los presentes, pagué la entrada a un hombre alto moreno, este me puso un brazalete de color neón y me permitió entrar.

El lugar era majestuoso, enorme y puramente lujurioso. Estaba lleno de gente y el fuerte ritmo de la música se hizo eco a través de las cuatro esquinas del edificio. Caminé viendo cada detalle del lugar. Los hombres y las mujeres se sentaron a conseguir un show privado de hermosas bailarinas frente de ellos, que vestían ropas diminutas que solo fueron lanzados en sus cuerpos.

¡Oh por Dios, Valentina Carvajal en un club de striptease!

Eso no lo vi venir.

Estaba verdaderamente sorprendida, sabía el pasado lleno de acontecimientos que había tenido Valentina, sin embargo, desde hace mucho tiempo ella no tenía tiempo para sí misma y no frecuentaba bares, clubs, ni mucho menos prostíbulos.

The Stripper - Juliantina (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora