Capítulo 11. Dulce Ilusión.

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"No es raro que la gente pase toda la vida esperando empezar a vivir". — El Poder de Ahora, Eckhart Tolle.

Canción sugerida: Perfect Ilusión – Lady Gaga.

Juliana.

Sus ojos azules me escanearon fijamente. - ¿Qué haces aquí? – inquirí -, ¿Cómo supiste el número de mi departamento? – balbuceé.

Me estaba volviendo loca, parpadee varias veces para intentar hallar una respuesta a las miles de preguntas que se me removían en la mente, sin embargo, no podía. Valentina estaba parada en la puerta de mi departamento con una pose de superioridad, apoyó su brazo contra el marco de la puerta.

– No puedo guardarlo más, vengo por una explicación Juliana o ¿Debería llamarte Jul? – me preguntó.

En ese momento cuando escuché ese apodo salir de su boca, sentí toda la sangre de mi cuerpo helarse. Mi corazón bombeaba a una velocidad impresionante y mis latidos ensordecían mis oídos. El sudor recorría mi nuca y mi voz desapareció por completo, estaba enmudecida, lo había descubierto o ¿siempre lo supo?

Mi gran duda: ¿Cómo? No entendía nada.

Ella sonrío. - ¿Cómo usted...? – traté de espetar.

Avanzó hacia mí. – No importa cómo me enteré – su voz era dura y corto punzante -. ¿Pensaste que podías engañarme? – preguntó -, ¿A mí, Valentina Carvajal? – bramó con ira.

No entendía nada, Valentina tenía un brillo diferente en sus ojos, eran oscuros y feroces. Con pasos lentos se acercó hacia mí, acorralándome entre ella y la puerta. Di unos pasos hacia atrás hasta que sentí mi espalda contra la puerta.

– Valentina, tienes que escucharme – le pedí -. No fue mi intención – traté de explicarle.

– ¿Te divertiste? – me preguntó -. Jugando conmigo de esa manera.

Su mirada se volvió aún más siniestra, todos los mitos respecto al temperamento de Valentina estaban materializándome frente a mí. Repentinamente toda esa dulzura del día había desaparecido y su mirada era macabra, una sonrisa diabólica relució en su hermoso rostro.

No entiendo, ¿Qué es lo que quiere de mí?

– No fue mi intención, solo fue una coincidencia y yo dejé que pasara – expliqué.

Ella parecía no estar escuchándome, así que simplemente me quedé en completo silencio mientras ella me observaba. – No debiste haberlo hecho, Juliana Valdés – habló -. Debiste pensarlo dos veces antes de engañarme.

Sentí como mi corazón quería desgarrar mi caja torácica de lo rápido que latía. En ese momento exacto estaba apoyada en la puerta con la mujer cuya mirada era destructiva, ella quería ver el mundo arder o verme a mí arder. Tenía una mezcla entre la ira, el odio y la excitación centelleando en sus ojos azules. ¿Era posible que en este momento tan tenso me sintiera increíblemente atraída por ella?

– Lo siento – susurré.

Ella negó. – No lo sientas, no te arrepientas como una cobarde – ronroneo -. Te voy a enseñar a no mentirme.

Valentina llevó las manos a las hebras de mi cabello apartándolas de mis hombros. Acarició mi piel desnuda, subiendo por la extensión de mi cuello hasta llegar a mi cara. Observando mis ojos que gritaban ayuda, sonrío.

– Valentina... - susurré.

Su pulgar se posó en mis labios. – Shhh – me advirtió -. Cállate, Juliana. ¿Crees que puedes jugar conmigo y salirte con la tuya? – inquiere -. Se nota que no me conoces.

The Stripper - Juliantina (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora