EL AMOR, UNA CÁRCEL.

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Sakura levantó la vista para observar el techo del cuarto de baño mientras esperaba el lapso que había acordado con el joven Uchiha.

Recordar a Neji mientras se bañaba solo había ocasionado que sintiera una prisa inmensa por terminar con aquella cita. Pues se había instaurado en su corazón una necesidad por encontrarse con Hyuga, para hacerle saber que su encuentro con Sasuke no se había originado por otra razón que no fuera un impulso de amabilidad.

Pero apenas pensó en esto la voz de su interior le gritó que mentía.

De manera involuntaria su lengua chasqueó, evidenciando así el desacuerdo con la opinión de su conciencia.

De repente se cansó de esperar. Su cuerpo recién aseado comenzaba a cubrirse de sudor a causa de estar de pie tras la puerta de aquel sitio.

-¡Escucha Sasuke, voy a salir ahora!

Su aviso ya no obtuvo respuesta, por lo que supo que ahora podía circular por su habitación a su antojo.

Abrió la puerta del baño dejándose invadir por el alivio que le producía volver a sentirse fresca gracias al aire que circulaba por el ventanal de su cuarto.

Antes de avanzar hacia su guardarropa, se aseguró de que su toalla estuviera bien atada a su cuerpo. Era cierto que el muchacho que alguna vez le provocó indescriptibles emociones ya había salido de su espacio personal pero de todas maneras continuaba estando en su casa y con todo lo que habían hablado hace poco, no se confiaría.

Tras este pensamiento, Sakura fue moviéndose de puntitas hasta llegar a la puerta de su habitación; Tenía que ponerle seguro. No iba a dejar espacio para la posibilidad de que Sasuke volviera en un momento inapropiado.

Tal y como había llegado hasta la puerta, volvió a colocarse frente a su guardarropa.

Lo abrió y echó una mirada a cada prenda con el dedo índice en la esquina derecha de su labio inferior.

Había perdido cualquier rastro de entusiasmo y de ganas de lucir bien para Sasuke.

No quería demostrarle nada a alguien como él.

Si el muchacho la veía como uno de sus iguales, entonces estaba bien. No le interesaba hacerlo cambiar de opinión.

Pero de nuevo su niña interior se opuso a esta filosofía.

Sakura dejó que su frente topara apenas con la puerta de madera del guardarropa.

-Nunca debí haberlo invitado- susurró agotada.

Sasuke, escondido bajo la cama y en completo silencio, pudo escuchar aquellas palabras que impactaron en su pecho como miles de agujas.

Fue entonces cuando el ninja empezó a preguntarse si era mejor salir de una vez e irse.

Dejarla en paz para siempre.

Tenía la esperanza de que lo que Sakura sentía por Neji solo fuera cuestión de encaprichamiento. Porque estaba seguro de que un amor como el que ella había sentido por él, no se desvanecía ni siquiera a pesar de los años.

Cuando la vio llorar por él tras el recuerdo de su partida, su confianza en poder conquistarla se acrecentó. Pero escucharla hablar del modo en que lo había hecho apenas hace unos segundos, lo había vuelto a tierra y ahora la única seguridad que tenía era la de estar haciendo sufrir a quien amaba.

Debía dejarla ser feliz con Neji.

¿Por qué le costaba tanto si amar era desear la felicidad del otro?

Se denominó egoísta y empezó a analizar el por qué le era tan difícil soltar a quien alguna vez lo amó.

Perdió a sus padres a temprana edad y aquel hermano al que siempre admiró y amó con todo su corazón, transformó en la persona que le provocó la mayor herida que pudiera haber tenido en su vida.

LOS SENTIMIENTOS DE SASUKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora