Ｐｌｅｎｉｌｕｎｉｏ [ℐeon ℐungkook]

C. 1

"¿De qué huyes si lo que llevas dentro te sigue a donde vayas?"

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Es un poco tedioso preparar las maletas, realmente muy, muy tedioso. Aunque no quisiera hacer esto, después del funeral de mis padres, mi abuela era la única pariente que me quedaba.

Mire por última vez toda mi habitación, no quedaba nada atrás, solo esos buenos recuerdos que atesoraria en mi corazón. No es que no quiera ir a vivir con mi abuela, claro que no, yo la amaba y pasar tiempo con ella era lo mejor. Pero empezar desde cero en un lugar que solo vicitaba cada fin de cursos, es algo complicado.

El taxi esperaba fuera de mi casa, la casa que se vendería a petición de mis padres, los cuales en su testamento habían pedido que yo, su única hija, viviera con la abuela. Entendía esa preocupación, ambas nos haríamos compañía en esta vida, donde no teníamos a nadie más que a nosotras. Utilizaríamos el dinero de la casa para poder vivir sin preocupaciones, aunque yo buscaría un trabajo apenas llegue.

Echo un último vistazo a la casa, aquí fue donde crecí, donde mis padres celebraban mis cumpleaños. Donde tuve tristezas pero también felicidad. Era hora de partir y dejar atrás esta casa llena de hermosos recuerdos.

[...]

─¡Cariño! ─ mi abuela rápidamentese acerca a mí, almenos lo que su viejo cuerpo le permite.

─¡Abuela! ─ me apresuro y la abrazo, mi abuela es más bajita que yo, su cabello se ha llenado de aún más canas desde la última vez que la vi. ─ La extrañé tanto ─ cerré los ojos y aspire su olor, ella tenía ese particular aroma, uno que me tranquilizaba.

─Mi niña ─ me aleja un poco de ella, hace a un lado mechones rebeldes de mi cabellera castaña. ─Ahora estaremos juntas, hasta que la Diosa de la luna me llame ─

Sonrío ante sus palabras, ella sigue creyendo en esa Diosa de la luna, igual que cuando era niña. La miró con dulzura antes de hablar.

─Gracias por estar conmigo, abuela, no sabes cuanta falta me hacías ─

─Siempre estaré contigo cielo, no estés triste, tus padres están en el cielo y ellos velarán por ti desde allá ─ señaló el cielo. ─Solo cosas buenas pasarán de ahora en adelante ─ asiente. ─Mejor ven, entremos a la casa, tienes que estar agotada del viaje, ve a tu habitación y acomódate, prepararé galletas y té ─

Sonriendo asiento, veo como ella camina dentro de la casa ayudada por su bastón, su fiel compañero. Ella se desvía hacia la cocina, mientras yo subo las escaleras con mis maletas en casa mano.

Conozco perfectamente el camino hacia mi habitación, la cual era la que usaba desde niña. Al entrar veo que todo sigue igual, la cama individual con las cobijas de un color azul deslavado, esa ventana que daba hacia el bosque y que ahora estaba cubierta por unas cortinas blancas. El mueble para guardar mi ropa y a un lado un escritorio de madera, la cual empieza a notarsele el paso de los años. La lámpara de noche que por varios años me ayudó a ver cuando escribía en mi diario, seguía allí. Suspiré nostálgica, también tenía muy bonitos recuerdos aquí, aunque habían algunos mejores que otros.

Por ejemplo, esas noches donde hacía pijama das con mi abuela, donde comíamos galletas hasta quedar llenas, mientras ella me contaba esos cuentos de leyendas, donde los lobos y los Vampiros eran sus protagonistas.

Bajo las escaleras después de acomodar mis cosas y voy a donde esta mi abuela, ella está sirviendo té en un par de tazas. Siento un nudo en la garganta al verlas, fueron un regalo de mi padre hacia la abuela en su cumpleaños. Trato de sonreír para que no me vea triste.

─Huele muy bien ─ digo, mientras me siento en una de las sillas.

─Es té de menta con miel, aún recuerdo como me lo pedías cuando niña ─

─Gracias ─ digo cuando ella me entrega una de las tazas. ─Es uno de mis favoritos, mamá lo intentó hacer una vez, pero no le salió como a ti abuela ─

Ella sonrió con chulería.

─Es porque yo le pongo mi toque ─ río mientras asiento.

─No lo puedo negar ─ doy un sorbo, esta algo caliente así que empiezo a soplar un poco.

─Cielo, tal vez sea pronto pero... ¿Te encuentras bien? ─ dejo la taza en la mesa.

¿Me encuentro bien? La verdad es que no lo estoy, he perdido a mis dos padres en un accidente de auto, ahora soy huérfana, y aunque tengo a la abuela conmigo, nada será lo mismo. Y quiero decírselo, pero al ver su rostro surcado de arrugas por el paso de los años; preocupada tal y como estaba, era algo que no podría decir.

─Lo estaré pronto, no tienes porqué preocuparte por mí, abuela ─ cojo sus manos por sobre la mesa y le doy un suave apretón. ─Lo estaremos, somos fuertes ¿no? ─

─Cielo, a veces las personas más fuertes también tienen derecho a llorar ─

─Creo que lo he hecho demasiado estos últimos días, tal vez me he quedado sin lagrimas ─ río con amargura, ella frunce un poco su entrecejo.

─Eres igual a tu padre, tan testarudos ─ y esta vez si que río por su comentario.

Lo sabía, era algo que mi madre solía decir, por eso estoy feliz de que haya dejado algo así en mí.

─Lo sé ─ afirmo. ─Abuela, no te lo había comentado pero, quiero buscar un trabajo, se que tal vez pienses que no lo necesito, pero me quiero sentir útil ─

─Si en verdad quieres trabajar, ¿por qué diría que no? Eres lo suficientemente mayor para tomar decisiones, yo te apoyaré ─

─Gracias, por quererme y siempre apoyarme abuela, te quiero mucho ─

─Siempre cariño, te querré siempre, eres mi bebé aún ─

Y agacho un poco la cabeza, ella suelta una risilla la ver que me ha hecho sonrojar. Mi abuela era la mejor, siempre a mi lado, siempre mi confidente. La amaba y no sabría que hacer con ella.

Ahora solo tenía que adaptarme a este lugar, un lugar donde el verde era el color predominante. Era bonito, claro que sí, el verde significaba esperanza. La cual necesitaba en estos momentos. ¿Qué me depararía el destino? La abuela había dicho que sólo cosas buenas vendrían, pero ¿podía confiar en eso? Ella nunca mentía, siempre tenía la razón.