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Está aquí. Me acerqué a la pared y llegué hasta el interruptor de la luz y la encendí.

Pude ver a Jimin sentado en el suelo con algunas botellas de bebida a su lado. Su rostro está todo golpeado y sus ojos rojos e hinchados. No puedo verlo así, me duele. Me acerqué y me agaché junto a él.

— Jimin, ¿qué haces? ¿Por qué estas así? — sollozé. Llevé mi mano a su rostro y lo acaricié, él llevó su mano a la mía y la acarició, una lágrima cayó por mi mejilla — No deberías estar así, ¿por qué eres así? — comencé a llorar.

Me rodeó con sus brazos y me atrajo hacia él quedando mi rostro sobre su pecho. Me acurruqué en el y seguí llorando. Sentí su mano sobre mi cabello, me estaba acariciado.

— Sabía que vendrías, pequeña. — habló y me levanté para poder verlo.

Nuestras miradas se encontraron, lo sabemos. Esto no puede seguir así.

— Estabas seguro de eso, ¿verdad? — asintió para después hablar.

— Eres mía. Pase lo que pase siempre volverás hacia mi. Te dije que esto no iba a acabar. — sonrió.

— Ve a darte un baño. Esperaré aquí, tengo que curarte las heridas.

Se levantó del suelo y me dió la espalda. Caminó hasta el baño mientras se quitaba la ropa por todo el pasillo, yo lo seguí y pude ver su espalda. Está más delgado. Entró al baño y cerró la puerta, me detuve frente a esta y escuché el agua caer del grifo. Pasaron unos largos minutos en los que me estuve controlando, controlándome para no llorar y a la misma vez, para no entrar y abrazarlo perdonado todo lo que había hecho y jurando que todo podía cambiar, pero vamos. Sabemos que nada va a cambiar.

Y al fin la abrió. Había terminado de ducharse y salió con una toalla enrollada en su cintura.

— Espera.

Dije y busqué mi mochila donde había traído algunas cosas para curarle el rostro. Me dirigí a su cuarto hacia donde se había ido y al llegar lo vi poniéndose su bóxer.

— Perdón. — me disculpé tontamente. Ni que nunca lo hubiera visto completamente desnudo.

— ¿Qué? No es la primera vez. — rió. Jimin está tratando de reír mucho hoy.

Cree que no me doy cuenta de su falsa sonrisa.

— Sí, ya sé. — negué con la cabeza y me acerqué a él — Siéntate. — puse mis manos en sus hombros y lo senté sobre la cama.

— ¿Qué haces? — cuestionó con el ceño levemente fruncido.

No le respondí, solo abrí la bolsita y saqué las torundas y la crema. Tomé su rostro e hice que me mirara. Comencé a curarlo. Jimin me estaba mirando fijamente, pero yo no podía hacerlo así que me dediqué a sus heridas y me entretuve con eso para alejar cualquier sentimiento.

Llegué a sus labios y me quedé como una estúpida observándolos como si fueran la mejor obra de arte que haya podido ver; y sin mentir, lo son.

En un abrir y cerrar de ojos lo labios de Jimin se encontraban sobre los míos saboreándolos y succionando sin piedad. Cerré los ojos al instante y llevé mis manos hacia su cuello para intensificar más el beso. Había extrañado sus labios como si fueran una droga para mi, su olor y su tacto me habían hecho mucha falta.

Jimin abrió mis piernas haciendo que quedara a horcajadas sobre él, nuestros cuerpos quedaron mucho más unidos y el roce de nuestras intimidades me hizo soltar un suspiro. 

— Te extraño. — habló en mi oído — Te extraño tanto. — volvió a besarme y mordió mi labio haciendo que soltara un gemido.

— Jimin...

— Está bien, lo sé. No has venido a quedarte conmigo. Has venido para acabar con todo para siempre, me vas a pedir que te deje ir. — hundió su cabeza en mi pecho y sollozó — Y tienes miedo de que no lo haga... — su voz estaba ahogada por su llanto.

Llevé mis manos a su espalda y lo abracé fuertemente. Él tenía razón, ya había tomado mi decisión y en ella, él no se encontraba.

— Lo haré. — me miró y limpió mis lágrimas — Te he hecho tanto daño ya mi pequeña. Y ellos tenían razón, siempre la tuvieron, no soy bueno para ti.

— Jimin, ¿sabes? Fuiste bueno para mi, contigo me sentí la chica más feliz del mundo entero. Nunca en mi vida me arrepentiría de nada de lo que pasamos, incluso de las cosas malas. Todo estaba bien, porque a pesar de todo, me amabas y yo te amaba. Y nos amamos aún, pero sabemos que esto no puede continuar, no quiero que me destruyas ni yo a ti. No quiero tener que arrepentirme de nada y por eso es que es mejor que nos separemos.

— Lo siento. — se disculpó y negué con la cabeza — Solo déjame disculparme ahora. Mañana tal vez quiera volver a buscarte y hacer que vuelvas a mí.

— Jimin.

— Solo bromeo, no tiene gracia pero es una broma. — suspiró y echó su cabello hacia atrás — Espero que te vaya bien, no puedo decirlo.

— No puedes desearme que encuentre a alguien mejor, ¿no es así?

Volvió a soltar una carcajada, esta vez más fingida que las demás.

— Solo vive tu vida, yo viviré la mía. Tratemos de no volver a vernos, si te veo trataré de que tú no me veas a mi y si tu lo haces, por favor has lo mismo. No te buscaré más y espero que tu tampoco me busques porque si lo haces, olvidaré todo lo que hablamos aquí y actuaré como la mierda que soy y jugaré contigo de la peor manera. — puso su mano en mi cuello y me atrajo hacia sus labios para besar los míos.

Jimin estaba siendo salvaje, su lengua recorría cada parte de mi boca y sus dientes mordían mis labios hasta el punto en que dolió. Me aferré a sus hombros y entonces se detuvo.

— Adiós, Jeon JungIn.

Se levantó de la cama y salió del cuarto sin decir palabra alguna. Yo salí y busqué mi mochila para irme, lo vi sentado en el sofá.

— Me voy.

— Ok, deja la puerta abierta. Estoy esperando a alguien.

Me dijo y me giré para salir y cuando yo iba saliendo alguien más iba entrando, era una chica, tenía una falda realmente corta y una miniblusa que dejaba al descubierto sus exuberantes pechos. Me reí de mi misma y salí sin mirar atrás.

¿Sorprendida? ¿Con dolor?

Sí, pero ahora mismo da igual, de todas maneras. Yo sabía quién era Park Jimin.

Sick Boy; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora