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Ya estaba a punto de terminar de alistarme, solo me faltaba peinarme y estaría lista para salir. Estoy algo nerviosa, es la primera vez que voy a cenar con Jimin y no sé por qué eso me asusta. Tal vez es porque nunca hemos salido juntos de esta manera.

Me puse un poco de labial rojo y me miré en el espejo por última vez. Llevaba puesto un vestido rojo de mangas largas pero un poco escotado en el pecho, no era corto pero tampoco muy largo, me llegaba un poco más arriba de la rodilla, zapatos de tacón negros y el cabello suelto hacía un lado del cuello.

— JungIn — Jimin entró por la puerta sin tocar, sé que es su casa pero al menos podría tener algo de respeto. Se quedó estático mientras me miraba de arriba hacía abajo con la boca semiabierta — Wao, estás preciosa mi pequeña — mordió su labio inferior y se acercó a mi rodeando mi cintura con sus manos. Llevó su rostro hasta mi cuello y respiró lo que me hizo erizar — Hueles delicioso, ¿por qué mejor no nos quedamos aquí? — besó mi cuello y lo aparté.

— Mejor vámonos antes de que me arrepienta — dije esto y pasé por su lado para salir de la habitación.

Por Dios, tenía tantas ganas de besarlo. No se lo dije, pero él también olía realmente delicioso y la ropa que llevaba junto a su peinado me habían vuelto loca.

Llegó a mi lado y lo vi revisar en su celular.

— ¿Que pasa? — quise saber. Él me volvió a mirar de arriba a abajo con las cejas alzadas.

— Estoy llamando un taxi, no puedes subir a la moto con esa ropa, ¿verdad? — ups, era verdad. Llevaba vestido y zapatos altos, definitivamente la moto no era una buena idea en esta ocasión.

Esperamos fuera unos diez minutos y llegó el taxi. Jimin abrió la puerta para mi y luego dió la vuelta para entrar. Ninguno de los dos había hablado en esos diez minutos que estuvimos allí, ni en los quince que tardamos en llegar al restaurante donde él había hecho la reservación. Los dos bajamos y entramos juntos.

Una chica que había allí con uniforme nos llevó hasta la mesa y nos dejó el menú.

— ¿Vas a pasar toda la noche sin hablarme? — y al fin había hablado, sabía que no podía aguantar tanto.

— Estamos aquí para comer, no a una reunión — todavía estaba en plan de castigarlo por lo que había hecho. Jimin debía comprender que si me quería a mi esas cosas debería dejarlas de hacer porque yo no las toleraría — Además, aún estoy muy molesta contigo.

Le hice saber y él solo dejó caer la carta del menú sobre la mesa y con su mano peinó con rapidez su cabello hacía atrás. Me miró.

— Está bien, sigue molesta todo lo que tu quieras. Pero no te hagas la muda, por lo menos habla conmigo. No seas así de indiferente — lo escuché decir y no pude evitar reír. Jimin era como un niño pequeño que le gustaba que le prestaran atención.

— Jimin, ¿cuando es tu cumpleaños? — el cambio de tema tan drástico lo hizo mirarme con el ceño fruncido.

— 13 de octubre, ¿por qué?

— ¿Naciste en el mismo año que SeokJin? — asintió con la cabeza y yo sonreí. Ya sé por qué me dice cría, es cuatro años mayor que yo, yo tengo 18 y el 22.

Esto me había dejado verdaderamente pensando. Me estaba dando cuenta de que estaba enamorada de un completo desconocido, ni siquiera sabía la edad de Jimin, no sabía casi nada de él, para no decir que no sabía nada.

— ¿Y tus papás? ¿Dónde están, viven aquí en Seúl? — seguí preguntado.

— ¿Por qué me haces todas esas preguntas? — me acomodé mejor en la silla y aclaré mi garganta. La chica volvió y se llevó nuestros pedidos.

— Solo quiero saber de ti Jimin, quiero saber de dónde vienes, como fue tu infancia ¿Por qué nunca te he oído hablar de tus padres? No sé, yo simplemente quiero conocer a la persona de la cual me enamoré.

Lo miré y lo vi sonreír, una tierna y cálida sonrisa para mi.

— Vengo de Busan, allí nací. Mis padres pasaron la mitad de su vida en ese lugar — comenzó a hablar y notaba extraño la manera en la que salían sus palabras — Cuando cumplí 17 ellos decidieron venir a Seúl y aquí me tienes — volvió a sonreír.

— Pero, ¿y tus padres? ¿Dónde están ahora? Me gustaría conocerlos.

Lo vi bajar la cabeza muy serio. Lo observé por unos segundos y mi corazón se apretó en mi pecho.

— Ellos están muertos — susurró.

(...)

De verdad que la expresión de Jimin me había matado, nunca había visto esa mirada de dolor en él. Me dieron tantas ganas de abrazarlo y consolarlo. Nunca pensé que los padres de Jimin ya no vivieran, es que él nunca lo dió a entender.

Terminé de quitarme el maquillaje y me puse mi pijama para dormir, habíamos llegado hace unos minutos. Luego de que Jimin me dijera lo de sus padres traté de alejar el tema y comencé a hablar de mi y las cosas que me habían pasado en la escuela. Ahora yo sabía de él y él sabía de mi.

Me acosté, me tapé todo el cuerpo con la colcha y cerré los ojos. Al instante sentí la puerta abrirse pero no me giré, sabía muy bien quién era. Ya sé a lo que viene, ahora comenzará a tocarme y dar besos en mi cuello.

Sentí la mano de Jimin abrazarme por detrás y su cuerpo muy pegado contra el mío y no lo sentí moverse más.

Al parecer me había equivocado, sonreí y entrelacé nuestros dedos.

— Buenas noches Jimin.

Sick Boy; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora