Capítulo 2: De mal en peor
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Dakota
Abrí mis ojos lentamente y parpadeé un par de veces para acostumbrar mis ojos a la poca luz que había.
Por un momento pensé en que me despertaría en la casa de acogida y que todo lo que había sucedido la noche anterior había sido un sueño, pero una vez más me equivoqué.
Me encontraba en una habitación no muy grande que solo tenía un colchón tirado en el piso donde me encontraba yo. Cerca de la cama habían grilletes con cadenas y en ellas se podía observar sangre seca.
Busqué por toda la habitación mi peluche y cuando lo encontré junto a la puerta me levanté para buscarlo. Un leve mareo se hizo presente pero lo ignoré y tomé al peluche para volver a la esquina pegada de la pared sobre el colchón.
Recordaba una y otra vez aquellas palabras que apenas escuché cuando caía en la inconsciencia y eso no hacía nada más que atormentarme. Tenía demasiado miedo.
No podía saber dónde estaba gracias a que aquella habitación no tenía ventanas. Me puse de pie una vez más para acercarme a la puerta de madera oscura y observar si tenía llave y así era, estaba cerrada por fuera.
Volví a mi anterior lugar y me dediqué a pensar qué diablos era lo que me iba a suceder. Lo más probable es que me utilizaran como sirvienta como lo hizo la Señora Prudens.
Rato después escuché la puerta ser abierta y me pegué más a la pared si es que eso era posible.
Un hombre de unos treinta y tantos años hizo su aparición. Era de piel color canela, sus ojos eran negros y su cabello castaño y una pequeña cicatriz en su ceja izquierda me hacía saber que no era una persona de fiar.
Con pasos lentos se acercó a mí con una sonrisa que dejaba al descubierto sus dientes algo amarillentos.
—Hola, princesita —en este punto yo ya estaba al borde las lágrimas —No te asustes, no te haremos nada que no te valla a gustar.
En cuanto se arrodilló en el colchón le lancé mi peluche a la cara pero el lo evadió con una sonrisa aún más retorcida.
—Déjame ir —mi voz sonó temblorosa y el miedo era palpable en mis palabras.
—Aun no me divierto contigo —se abalanzó sobre mí y tomó mis manos entre las suyas.
Me jaló hacia el centro del colchón y yo sin saber qué más hacer le propiné una patada en su masculinidad.
Él se dobló en dos y tomó en sus manos sus partes nobles para soportar el dolor. Yo no esperé un segundo más y me levanté para correr hasta la puerta abierta, pero cuando pensaba salir otro hombre me tomó del cabello jalando con fuerza. Tiró de mi cabello hasta estar frente al colchón y lanzarme.
—Desnúdala y amárrala —esa fue la orden que dictaminó aquel hombre.
Su cabello era negro cenizo, su nariz torcida y sus ojos igual de negros que el otro. Una barba de unos días lo hacía ver más intimidante de lo que ya era y su cuerpo era robusto y tenía una barriga no tan pronunciada pero si notoria.
Cuando el otro se recompuso obedeció las órdenes. Ahora con rabia se acercó a mí y jaloneo de mi polera hasta terminar rota y por la falta de sostén mis pechos quedaron al aire.
Yo pegaba manotazos y patadas pero ninguna lo hizo detenerse. Desabotonó mis pantalones aún cuando yo arañaba sus manos y terminó sacándolos por mis tobillos dejándome tan solo en unas bragas.
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Grace
General FictionSobrevivir en un mundo hecho para destruirla fue su mejor hazaña, pero ella quería vivir, no sobrevivir. Servir tampoco era su destino. Ella estaba hecha para reinar y lo haría, aunque tuviese que pasar por encima de ese mundo de traiciones en el q...