28 | Edén.

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Capítulo 28: Edén.

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Grace Morgan

—Yo vine porque mi papá me ofreció a los Raffaelo para que la ayudara, enserio, señorita, no tengo nada en contra de usted —solté un suspiro de rendición al escuchar la desesperación en sus palabras.

—¿Cuál es tu nombre? —ella sonrió.

—Edén, señorita —yo quise reír.

—Bueno Edén, deja de llamarme señorita, por favor, soy Grace.

—Como usted diga, señorita —ella se golpeó el rostro —lo siento —yo reí.

—¿En que se supone que me debes ayudar? —pregunté mientras me acercaba a ella.

—A que conozca a todos los que pertenecen a esta red y prepararla físicamente para la celebración, vestido, zapatos, peinado, todo. Soy como su criada —susurró lo último, pero no lo dijo con rabia ni odio en sus palabras, más bien parecía alegrada.

—¿Qué hacías antes de venir aquí? —su sonrisa decayó.

—No quiere saber —yo asentí levemente.

—Quiero conocerlos a todos primero —le dije, ella sacó una Tablet de su bolso y caminó hasta sentarse en el sofá, yo hice lo mismo y mi clase comenzó.

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—¿Te quedarás a dormir aquí? —le pregunté al ver que la noche estaba llegando.

—Solo si usted quiere —asentí.

—Te puedes quedar, pero déjame dejarte claro que sigo sin confiar en ti —ella se encogió en su lugar.

—Hace bien en no confiar —mis cejas se elevaron con sorpresa, pero antes de poder preguntarle cualquier cosa la puerta se abrió de golpe y Kendall entró por ella desesperado.

—No los dejará ir hasta que tu vayas —sabía de que hablaba, pero eso no evitó que mi piel se erizara de solo pensarlo.

—Vamos, Edén —ella asintió y se levantó después de mi —¿Sabes usar un arma? —ella negó levemente —debes aprender —le advertí.

Caminé velozmente hacia un auto estacionado detrás del de Kendall y me subí en el mientras observaba a Kendall hacer lo mismo, Edén se subió en el auto rápidamente y yo seguí el auto de Kendall hasta salir del residencial. 

La verdad debí haber supuesto esto, pues, ellos se habían ido desde temprano y eran las 9 de la noche y no regresaban. El auto de Kendall se dirigía a las afueras de la ciudad. Mis manos se apretaban al volante con nerviosismo, solo esperaba que esto no acabara mal.

—¿Qué eres de Alexander? —miré por una fracción de segundos a Edén.

—No confío en ti, ya te lo dije —inmediatamente recordé sus palabras, pero no era momento de preguntarle.

Luego de media hora comenzamos a acercarnos a una única casa al final de una calle prácticamente vacía, mi corazón latía desenfrenado, estaba esperando lo peor, quizá esa noche sería mi final, porque tal vez Alexander solo quería acabar conmigo.

GraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora