23 | No soy Dios

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Capítulo 23: No soy Dios

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Grace Morgan

Calor; esa fue la razón por la que mis ojos se abrieron. El calor que me arropaba era abrazador y me hacía sentir en el mismísimo infierno. Intenté moverme, pero solo logré que lo que se ajustaba a mi cuerpo me apretara un poco más. Era una persona la que ocasionaba que mi cuerpo se encendiera en llamas.

Suavemente tomé la mano que me sostenía por la cintura intentando no entrar en pánico. Suavemente me di la vuelta para poder retroceder y salir de la cama sin despertar a la bestia que me sostenía.

Cuando pude observarlo correctamente caí de culo al suelo por la estupefacción y la sorpresa. Christofer descansaba impacible con su torso desnudo y su cabello negro algo revuelto. Sus labios se encontraban entreabiertos en una clara invitación para ser besados. Restregué mi rostro intentando recordar como demonios había llegado hasta su habitación, pero nada llegaba a mi revuelta cabeza.

Sin pensarlo más tiempo me levanté del suelo y corrí hasta la puerta para salir de aquella habitación antes de que Christofer despertara.

Bajé las escaleras hasta el segundo nivel de dos en dos y en cuanto estuve frente a la tercera puerta a la derecha la abrí para refugiarme en la tranquilidad de mi preciada habitación. Cerré la puerta con llave y me dejé arrastrar hasta el suelo con la espalda pegada a ella mientras imágenes pasaban como relámpagos por mi mente, imágenes de la noche anterior para ser específica.

¿Por qué no recordaba nada?

Esa era la pregunta que arremetía con fuerza cada neurona pensante de mi cerebro. Intentando encontrar los recuerdos perdidos me despojé de la camiseta de hombre que llevaba mientras me adentraba en el baño. Abrí la ducha en la temperatura adecuada y dejé que mojara completamente mi cuerpo atrayendo cada momento de la noche pasada a mis recuerdos. Las copas que me ofrecieron los gemelos, la forma en la que bailé durante la noche, los gemelos preocupados intentando que vomitara, pero sobre todo Christofer.

Su voz diciéndome muñeca alteró cada terminación nerviosa de mi cuerpo, sus manos recorriendo una parte de mi cuerpo, pero sobre todo las sensaciones que me hizo sentir me abrazaron de una manera inigualable. Estaba todo mal. Christofer me había tocado de una manera similar a la que aquellos me tocaron, pero lejos de recordarlo como algo desagradable lo recordaba de una forma que no lograba descifrar.

Esto no podía estarme pasando a mi. Se supone que debería sentir asco por mi en estos momentos, pero lejos de eso solo sentía emoción de que mi cuerpo fuera tocado por semejante hombre.

Cerré la llave de la ducha al llegar a una clara conclusión: me había gustado y lo había disfrutado. Pero estaba segura de que todo había pasado por la desesperación del momento. Una punzada de dolor atravesó mi pecho al recordar como rechazaba mis labios.

—Nadie va a quererte, Grace —me dije a mi misma mientras secaba mi cuerpo con la toalla blanca —nadie va a aceptarte, toda rota, toda dañada.

Restregué mi rostro con la toalla intentando alejar aquellos pensamientos pero era imposible, no salían de mi mente y me atormentaban de formas inentendibles para mi.

Me acerqué hasta el closet sabiendo que no iba a poder escapar de Christofer y lo que me esperaba, así que lo afrontaría de la mejor forma posible. Tomé un pantalón color vino y un top negro sin mangas y unas converses negras. El outfit era sencillo pero suficiente como para estar en casa o salir de un rápido a alguno de los almacenes. Recogí mi larga cabellera en una coleta alta y salí de la habitación luego de colocarme desodorante y algo de perfume.

GraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora