Grace

30 | Larga vida a la reina

Capítulo 30: Larga vida a la reina.

✩ ─── 「༻ ☪ ༺」─── ✩

Grace Morgan

Mis manos temblaban levemente mientras me acercaba al centro del salón, la música era leve, por lo que mis oídos podían percibir el pequeño rumoreo que se instaló en cuanto entré.

Una figura conocida comenzó a acercarse, Edén se alejó unos cuantos pasos de mi y en ese momento quise matarla.

—Estaría encantado de que la primera pieza que baile sea conmigo —me ofreció su mano mientras improvisaba una pequeña reverencia. Ridícula a mis ojos.

—No sé bailar —solté como único recurso.

—Puedo enseñarte —y rodé los ojos.

—Lo siento, pero el evento será lo más rápido posible, ya que no es algo sensato estar todos juntos por tanto tiempo, así que, lo siento, pero tiene que acompañarme, futura reina —asentí levemente y me di la vuelta para seguir a Edén.

—Si me hubieses dejado bailar con él, te juro que te hubiese dado un tiro en la cabeza.

—¿Le confieso algo? —ella no dejó que respondiera y siguió hablando, pero por suerte habíamos ingresado a un pasillo en el que no había nadie —Cuando tenía 16 me enamoré de Alexander, porque él le ordenó a mi padre que se detuviera en medio de una golpiza que me estaba dando —mis pasos se hicieron más lentos al escuchar sus palabras —pero medio año después él fue quien le dio la idea a mi padre para que hiciera negocios conmigo, no sé si tienes un problema real con ese hombre, solo puedo decirte que él es peligroso, más que ningún otro, pero si piensa ir a por él, por favor, haga que sufra —un suspiro escapó de mis labios al escucharla.

—Siento que todo lo que dices lo acomodas a tu conveniencia para hacerte parecer la buena de la historia —ella soltó una pequeña risita.

—Sé todo de usted, señorita —ella se detuvo frente a una puerta, pero en vez de entrar se giró a verme —el orfanato en el que estabas no era uno común —sus orbes miraron directo a las mías —si no saliste de la casa de acogida fue porque no quisiste, sin mencionar que tus padres no eran simples personas normales. Lo que aún no logro entender es por qué dejas que te hagan daño si tienes la habilidad para evitarlo —mis pies recorrieron los pasos que faltaron hasta ella y mis manos rodearon su cuello del cual colgaba un fino collar.

—¿Quién más sabe esto, Edén? —le pregunté mientras apretaba su cuello de forma salvaje.

Su cabeza giró de un lado a otro indicándome que nadie más mientras sus manos se dirigían hasta las mías intentando aliviar el agarre.

Solté un bufido mientras aflojaba el agarre en su cuello permitiendo que pudiese respirar adecuadamente.

—Las lágrimas se acumularon en sus ojos y su mirada por primera vez me dijo la verdad, estaba asustada, asustada de mí.

Solté su cuello y retrocedí unos cuantos pasos, un sollozo se hizo presente y cuando intenté acercarme para intentar ayudarla se alejó hasta el otro lado del pasillo de inmediato.

—Lo único que he hecho desde que llegué ha sido ayudarla, no revelo nada de lo que sé a ellos y te digo lo que piensan hacer contigo, entiendo que no confíes, pero si piensas maltratarme, prefiero que me golpees, pero no me asfixies, por favor —suplicó.

—Yo... - tragué saliva y respiré profundo —lo siento, es solo que no supe como reaccionar cuando me dijiste algo que solo pocas personas saben y si lo sabes tú, puede de que ellos también —ella negó un par de veces.