17 | Regla número 23

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Capítulo 17: Regla número 23

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G

race Morgan


—Pasa, Grace —me invitó Kendal.

Con algo de lo que suponía eran nervios pasé a la sala siendo observada por seis hombres a la vez, sería una mentira si dijera que no estaba nerviosa.

—Disculpa que no te digamos: estamos muy emocionados de que estés aquí, tu habitación esta lista, te estábamos esperando —comenta serio un hombre de ¿25 años? No lo sabría con certeza.

—Bryan —advirtió el hombre detrás de mi.

Bryan era castaño, ojos negros y piel clara, a la vista se veía rudo y poco amigable, cosa que me hacía poner más nerviosa de lo que ya estaba ¿pero qué demonios?

—Debemos aclarar algunas pautas antes de recibirte aquí, Grace. Como comprenderás debemos cuidarnos y tu eres una potencial amenaza —la voz del hombre detrás de mi era aterciopelada pero a la vez varonil, era tan difícil de explicar las sensaciones que me recorrían al escucharla.

—Siéntate —ofreció Kendal.

Ninguno de los otros tres hombres habían dicho palabra, pero eso me daba cierta tranquilidad, no los tendría a los seis interrogándome, o al menos eso esperaba.

Me senté en un sofá individual mientras los observaba alternamente a cada uno.

—¿Por qué saliste de la casa de Alexander? —mi cara se colocó como un tomate al escuchar sus palabras.

Mis razones tal vez serían absurdas para ellos.

—Y queremos la verdad —demandó el tal Bryan —nos daremos cuenta si mientes, créeme.

—Son absurdas —admití.

—Pero para ti tal vez no —comentó aquel hombre. Aún no escuchaba su nombre, pero la verdad estaba ansiosa por escucharlo.

—Yo... no es que tuviera nada con Alexander, bueno si, pero nada profundo —intentaba explicarlo de la manera menos vergonzosa, pero simplemente no se entendía.

—¿Eras simplemente su concubina? —este hombre tenía la voz ronca, era moreno y su cabello negro azabache y raspado y sus ojos eran de un peligroso negro.

—No, no lo era. Él me rescató de una situación y pues terminé viviendo en su casa, empecé a trabajar para él en los almacenes y en otras cosas hasta que me reubicó para ser parte de su anillo de seguridad personal tanto en los eventos públicos como en los del otro lado —tomé un bocado de aire sintiéndome estúpida —supongo que me enamoré solita —admití —pero él no debió decirme que me quería mientras estaba con otra mujer —rasque mi cabeza mientras soltaba un suspiro.

—¿Por eso te fuiste? —preguntó una vez más el moreno.

—Entendí que no debía dedicarle mi vida a un hombre que no era honesto, ya le pagué lo que le debía durante siete meses de servicio, no pretendo dar mi vida a cambio de la de él —expliqué —además, quería conocer algo más que el orfanato, la casa de acogida y la casa de Alexander.

—¿De qué te rescató Alexander? —preguntó curioso Bryan.

—Yo... —los nervios me invadieron y las palabras simplemente no salieron.

—De la casa de acogida ¿No escuchaste? —intervino Kendal.

Solté un suspiro silencioso mientras asentía levemente y lo miraba directo a esas orbes oscuras.

GraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora