5 | ¿Embarazada?

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Capítulo 5: ¿Embarazada?

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Dakota

—Ahora podrás ducharte y descansar —si lo conociera juraría que estaba nervioso, pero como no era así dudé de que sus movimientos descoordinados fueran nerviosismo.

—Gracias —susurré.

En cuanto él salió de la habitación cerrando la puerta tras de él respire tranquila.

La casa por dentro era muchísimo más grande de lo que parecía por fuera y tenía unas escaleras interminables las cuales gracias a Dios no subí, pues me encontraba en una habitación de la primera planta.

No era muy grande, pero si lo suficientemente espaciosa para ser una habitación principal. Aquí podrían dormir diez niños si así se quisiera.

Caminé hasta la puerta que suponía era el baño y mis ojos querían llorar por lo lujoso y hermoso que era.

Me adentre en él por completo y cerré la puerta con seguro antes de retirar toda mi ropa. Busqué un espejo con la mirada y al encontrarlo me observé en él después de más de cinco meses sin hacerlo. La Señora Prudens no permitía los espejos ya que si se rompían podían servirle de arma a cualquiera.

Mi cabello negro estaba lleno de enredos y una que otra suciedad que desconocía. Mis ojos se veían relucientes en comparación con mi rostro que estaba ojeroso, con el labio partido y sangre seca en esa esquina. El pómulo levemente morado y dos dedos se marcaban en mi mejilla. Suponía que eran del intento fallido por cortarme la lengua.

Mi cuerpo tenía muchos hematomas y mis piernas tenían sangre seca por todos lados. En definitiva era un asco y sabía que apestaba a infiernos, pero bueno, al menos ya estaba en un lugar a salvo.

Con cuidado entré en la bañera y corrí la puerta de cristal para que el agua no saliera.

Vi las llaves y regularice el agua. Lo había hecho antes, pues en el orfanato si había calentador, cosa que se agradecía en los fríos días de invierno. El peor invierno lo pasé en la casa de acogida, porque ahí si que no había calentador.

El agua tibia comenzó a caer en mi rostro y luego por mi cuerpo relajando cada uno de mis músculos. Lo agradecía infinitamente y por suerte la sensación en mi rostro me distraía de mis pensamientos.

Creo haber durado horas en esa ducha, o tal vez solo fueron minutos y yo no lo noté. Lo que sí sé es que cuando salí estaba más relajada, ya no me sentía tan sucia y no me refería nada más a la suciedad física.

Lavé mi cabello y lo desenrede con un peine que había. Lavé mi cuerpo y una vez hecho todo eso salí de la ducha y me sequé un poco con la ayuda de las toallas.

Un cepillo aparentemente nuevo debido a su empaque intacto llamó mi atención.

Lo tomé sin pensarlo mucho, lo destapé y busqué la pasta para luego darme una buena cepillada de dientes. En eso los dientes amarillentos de aquel hombre llegaron a mi mente y no me hicieron sentir nada más que arcadas.

Rápidamente solté el cepillo y levanté la tapa del retrete y comencé a vomitar, pero lo único que salía por mi boca era un líquido ácido y verde que quemaba mi garganta.

GraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora