Grace

7 | Solo te sonrío a ti

Capítulo 7: Solo te sonrío a ti.

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Grace Morgan

Abrí los ojos despacio y me percaté de que me había quedado dormida, debió haber sido a las tantas de la madrugada que logré dormir.

Solté un bostezo involuntariamente y me lancé de la cama para dirigirme hasta el baño.

Me estiré un poco antes de quitarme la pijama y entrar a la ducha. Mojé todo mi cuerpo para hacer lo debido, restregar y enjuagar, cepillar mis dientes y luego secarme por completo. Salir, vestirme con unos pantalones cortos y una remera blanca y amarrar mi cabello en una coleta.

En eso había consistido mi vida por cuatro largos días. Alexander me había mantenido en completo reposo el cual no disfrutaba para nada, pues nunca podía dormir a la hora debida y me la pasaba todo el día alerta.

Y las pocas veces que solía quedarme dormida me despertaba rato después por culpa de una pesadilla.

Desde el primer día quise irme de esa casa, pero por alguna razón Alexander siempre me ponía excusas para que desertara, aunque muchas de ellas eran válidas.

Esa mañana me había despertado sin apetito de nada y con menos ánimo que cualquier otro día. Las ojeras se habían vuelto parte de mi rostro y lo demacrada que me veía no se podía ignorar.

Durante esos días había conocido a Liam, el hermano de Alexander el cual solo me llevaba un año de diferencia. Con él no sentía ningún tipo de pavor o miedo cuando solía visitarme en las tardes.

—Hey —miré hacia la puerta y Alexander se encontraba de pie en el marco de la puerta —toma  —me tendió una pistola de color negro y no muy grande.

Me levanté de la cama curiosa y la tomé en mis manos para sentirla.

—Te enseñaré a usarla —lo miré con la boca entreabierta —sé que no duermes hasta que el sueño te vence y debes dejar la luz encendida por el miedo. Si tienes con que defenderte no debes tener miedo, aunque no necesitas defenderte en realidad.

—¿Me enseñas ahora? —una sonrisa apareció en su rostro causando estragos en mi.

Me sonrojé y miré al suelo para evitar su mirada. Nunca me había sonrojado de una manera que yo pudiese notar. Era sensacional y a la vez aterrador, pues sabía a la perfección que me había sonrojado por él.

—Debes desayunar primero —salió de la habitación y comenzó a caminar hacia la cocina.

Yo lo seguí con mis pies descalzos observando la ropa que él llevaba. Unos pantalones negros ajustados a su cuerpo, una polera blanca y una zapatillas de deporte.

Mi mirada viajó hasta su trasero y nunca le había prestado atención a un trasero, pero ahora era diferente. No era grande ni pequeño, un tamaño adecuado para llenar los pantalones. Sin mencionar que era redondo... me pegué mentalmente.

—¿Un trasero? ¿Enserio?

Shhh

—Louisa preparó waffles para ti —murmuró por lo bajo. Yo hice un sonido con mi garganta indicando que lo había escuchado.