Destino - Jenkook - [ CONCLUIDA ]

Epílogo

Seis años más tarde...

POV HOSEOK

- Mierda, qué nervioso estoy - susurré, y guardé la caja negra en mi bolsillo.

Iba elegante, muy elegante. Demasiado elegante. Todas las personas que iban por la calle se me quedaban mirando con cara de "¿qué carajos hace este vestido de esta forma?". Yo sólo trataba de ignorarlos mientras dejaba atrás la joyería y me montaba en el coche.

"Cariño, si crees que voy a estar esperando en la puerta por más rato, estás muy equivocado. Suficiente tuviste con olvidar nuestro aniversario"

Reí, no, pequeña, no lo he olvidado. Sólo tenía que encargar un bonito anillo de diamante que fuera de tu gusto. De sólo pensarlo, una alegría y un miedo a la vez recorrieron al completo mi cuerpo.

"No es mi culpa si mis padres no me dejan de hablar"

"Cállate y date prisa. Adiós, bebé💜"

Sonreí y arranqué el coche, le había soltado una pequeña mentira diciendo que iría a casa de mis padres, cuando en realidad había ido a comprar un anillo y un ramo de rosas muy rojas, como le gustan a ella.

Intenté no enfadarme con los malos conductores que recorrían las calles y puse un poco de música, eso me relajaba y me hacía sentir natural.

Giré para aparcar justamente en la puerta del restaurante The Park View, sitio donde había reservado un parking. Allí estaba ella, mirando atentamente cómo aparcaba. Decía que le gustaba verme conducir.

- Feliz aniversario, bebé - sonreí, le di el ramo de flores y la besé con amor.

Ella pasó un brazo por mi cuello, en los seis años que llevábamos todavía no había aprendido a corresponder mis besos correctamente.

- Relaja tanto verte aparcar que no puedo seguirte - rió con vergüenza y hundió su rostro en mi pecho, bajando las flores a la altura de su rodilla.

- ¿Eso crees?

- Sí.

Sonreímos, yo aún seguía un poco nervioso a pesar de que sus besos me tranquilizaban. Pasamos al restaurante y yo le pedí al metre nuestra reservación, y en muy poco tiempo nos guió a una mesa decorada y situada justo como yo quería. En la parte más elegante y romántica del restaurante, al costado de una ventana que dejaba ver gran parte del río Han.

- Wow, Seokie - pudo decir, no cabía en su asombro.

Rió un poco, con la voz ligeramente rota, y se lanzó a mis brazos para abrazarme. Noté que estaba llorando de la emoción.

- Yah, cariño, la gente nos está mirando raro.

- Me da igual, te amo - se separó de mí y me miró a los ojos -. Gracias por cambiarme la vida, Seokie. Si no lo hubieras hecho, probablemente ahora estaría muerta.

- No digas esas cosas, estás aquí, conmigo, y eso es lo que importa - sonreí, e hice una maniobra caballeresca echando para atrás su silla.

Después de eso me senté, con los nervios a flor de piel, y palpé la caja en mi bolsillo para comprobar que seguía allí. Suspiré con alivio cuando sentí la dureza de la cajita, y serví vino a los dos cuando el camarero trajo la botella.

- ¿Te apetece ver una peli cuando lleguemos a casa? - preguntó con ingenuidad, ojeando el menú.

- Claro, pero antes tengo que ir a la agencia a dejar algunas cosas.

Asintió, yo sonreí escondiendo un poco mi rostro en la carta de comida. Realmente, yo tenía pensado llevarla a N Seoul Tower, un precioso mirador donde colgaríamos un candado con nuestros nombres (el cual preparé hace como dos semanas) y donde le pediría la cosa más importante de mi vida. Mi sonrisa se hizo más ancha y de nuevo esa sensación de alegría y adrenalina apareció en mi pecho, haciendo que hasta mis ojos se aguaran un poco de la ilusión.