[ 03 ]Siempre fui el blanco de Devon, siempre lo fui.
Ella fue mi dardo y yo su tablero.
Parecía que todo iba bien hasta que la clase de literatura llegó y Devon no se presentó. Esa loca iba en serio.
Todos leían, menos yo, todos reían, menos yo, todos platicaban, menos yo, todos tenían pareja, menos yo. En conclusión, todos tenían algo menos yo. Se suponía que esta clase la disfrutaría como todos los años, pero estaba comenzado a odiarla.
Supongo que fue mi cara o mi asiento vacío lo que llamó la atención de la maestra.
—Lucas, ¿dónde está tu pareja? —el perfume tropical de la maestra Grace me revolvió el estómago cuando llegó a mi lugar.
—Creo que la raptaron los alienígenas —dije, y aunque de verdad me hubiera gustado que eso fuera cierto, la maestra me miró seria. Di un suspiro —. No vino.
—Ya veo —asintió —. ¿Y por qué no has iniciado a leer? Puedes hacerlo solo si no está.
—Es que se quedó accidentalmente con el libro —mentí.
La maestra Grace se ajustó sus gafas y se pasó su corto cabello por detrás de su oreja. Fue hacia el escritorio, tomó una hoja de papel y volvió a mi lugar.
—¿Me podrías dar el nombre de tu pareja?
Esto no podía ser posible, a Devon la iban a joder y yo sería el culpable. Maravilloso.
—Devon Vela —dije al instante, la maestra anotó el nombre con agilidad.
—Gracias, Lucas —me agradeció cuando terminó de anotarlo.
Sentía curiosidad y una gran sed de venganza, que la pregunta me salió antes de que la pensara.
—¿Qué es lo que hará?
Mi instinto metiche hizo reír a la maestra y que una de sus cejas se alzara.
—Puedes retirarte, Lucas, nos vemos mañana —me dijo amable, y dio media vuelta para seguir supervisando a las demás parejas.
Bueno, al menos lo había intentado.
Salí del salón y me quedé parado, tenía más de media hora libre, así que esperaría a Hamlet en la cafetería. Caminando por los pasillo, oí unas risas y murmullos, y como no soy Lucas si no meticheo, me acerqué discretamente a investigar y miré a un grupo de chicos rodeando algo.
—¿Qué es esto? —dijo uno con voz rasposa y burlona —, ¿que no le pides dinero a tu mami? ¿O es que son tan pobres que no les alcanza?
Fue entonces que vi que lo que rodeaban era a alguien más bien. Los rizos rojos del pequeño Tyler se hicieron ver, y sus mejillas rojas por llorar también.
—¡Contesta! —le gritó el chico y Tyler dio un brinco en su lugar; estaba aterrado.
—N-no, a- a mí me-me gusta lo que mi ma-mamá me hace —el torpe balbuceó de Tyler los hizo reír. Uno de ellos, el más grande, tomó su mochila y la vació, pateó sus libros y los pisó con odio, incluyendo su almuerzo.
—Eres un imbécil, Tyler.
—El único imbécil aquí eres tú —todos dejaron de reír y me miraron —. Levántalos —le ordené al que le había vaciado la mochila, mi tono fue frío al igual que mi mirada. El chico me miró y todo rastro de diversión se fue —. Ahora.
El castaño tragó duro y obedeció. Sus movimientos eran rígidos y forzados, pero estaba tan asustado que no dijo nada. Le devolvió la mochila a Tyler cuando terminó y se metió entre sus amigos como una cucaracha entre la mugre.
ESTÁS LEYENDO
Incroyable
Teen FictionPara alguien tan desgraciado como Lucas, la suerte puede resultar algo rara. Y para alguien como Devon, algo inmerecida. Ella es capaz de captar el interés de todos, pero hacer que lo pierdan si se lo propone, y algo que se cuestiona a menudo, es p...