Sé que pasaron algunos meses desde mi última actualización y les quiero pedir una disculpa. Entiendo si perdieron el hilo de la historia o si ya no sienten el mismo interés por ella, pues un escritor debe estar comprometido con su trabajo. Pero un escritor también es un ser humano, alguien igual de ordinario como cualquier otra persona, con altas y bajas. Pero a ti, que esperaste con paciencia y sigues aquí, gracias. Esto es para ti.Disfruten el final, lloren poquito y traten de no
odiarme tanto.
C A P Í T U LO
F I N A L—¿Dónde está? ¡¿DÓNDE ESTÁ?! —entré gritando al hospital, con el cabello hecho un desastre y los ojos rojos.
Las enfermeras y las personas que estaban ahí voltearon a verme sin saber qué pasaba. Entonces divisé a Hamlet y a mis padres a lo lejos y corrí hacia ellos.
—¡¿Qué pasó?! ¡¿Dónde está?! —les hablé con la respiración agitada.
—Tranquilízate, los doctores ya la están atendiendo —trató de tranquilizarme mi mamá, pero yo negué, necesitaba verla para saber que estaba bien.
Miré a Hamlet y la tomé con fuerza de los hombros, ella se sobresaltó y me miró con terror, cohibida e inmóvil con los ojos empapados en lágrimas.
—¡¿Qué hicistee?! ¡¿Dónde está?! —le exigí, gruesas lágrimas salieron de sus ojos y yo la sujeté con más fuerza, haciéndola gemir del dolor.
—Lucas, la estás lastimando —me intentó quitar mi mamá, pero la ignoré.
—Ella solo quería verte por última vez —lloró.
—¿Quería? —la miré consternado.
—Lucas, basta —intervino mi padre.
—¡¿A qué te refieres con que quería?!
—¡Lucas! —mi padre me quitó a la fuerza y Hamlet corrió a los brazos de mi mamá llorando, estaba asustada e igual de consternada que yo —. ¡Es suficiente, basta! —me gritó con dureza, sujetándome del brazo.
Yo me sentía fuera de órbita, como un lunático incapaz de discernir la realidad en ese momento. Mi cerebro ni siquiera estaba funcionando bien porque todo me daba vueltas al intentar entender lo que pasaba. Me quité sus manos de encima con brusquedad y di unos pasos hacia atrás. Me di la vuelta y tomé una gran bocanada de aire. No podía tranquilizarme, no podía. Pero tuve que hacerlo si quería que me respondieran.
—Lucas... —mi mamá intentó tocarme el hombro, pero yo me quité, alzando mi mano para que no se me acercara.
—¿Qué pasó?
—Devon me habló ayer para preguntarme a qué hora te ibas, quería ir al aeropuerto a despedirse de ti. Pero... —la voz de Hamlet se ahogó en un sollozo reprimido —. Pero no llegó. La llamé para ver si vendría porque estaba tardando mucho, y cuando por fin me respondió... Dios mío —murmuró —. Eran los paramédicos, me dijeron que había sufrido un accidente, por eso nunca llegó.
En ese momento las puertas del hospital se abrieron, eran los papás de Devon. Ellos me miraron, y cuando nuestros ojos se conectaron, compartimos la misma mirada de desesperación y preocupación.
—¿Dónde está mi hija? —nos preguntó Flor con angustia cuando llegó hacia nosotros.
—Aún no lo sabemos, los doctores no nos han dicho nada —habló mi padre, pues era el que más tranquilo estaba capaz de responder.
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Incroyable
Genç KurguPara alguien tan desgraciado como Lucas, la suerte puede resultar algo rara. Y para alguien como Devon, algo inmerecida. Ella es capaz de captar el interés de todos, pero hacer que lo pierdan si se lo propone, y algo que se cuestiona a menudo, es p...