Capítulo 10

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El chico que ven arribita es nuestro precioso Lucas. Les prometo que pronto les pondré un apartado de los personajes, mientras disfruten a Lucas bb. ♥️


[ 10 ]


No sabía qué era peor, si tener a Devon en la misma habitación o su aspecto.

Decir que lucía mal era poco.

Tenía unas profundas ojeras lilas, su cabello era una maraña rubia que si fuera estilista, mataría por arreglar. Vestía un pans demasiado holgado y una sudadera gris que le llegaba a los muslos. Pero eran sus ojos los que la hacían ver enferma y cansada, como si en ellos se pudiera eclipsar toda la desdicha y miseria del ser humano.

Ella no era ni una copia de la Devon de ayer.

Se quedó pasmada en cuanto me vio, no se movió, no dijo nada, solo me miró. Entonces, de las mil emociones que le surcaron el rostro, pude reconocer el terror que tuvo al verme ahí parado.

—¿Qué haces aquí? —inquirió con voz nerviosa.

—Lo mismo te pregunto —dije, ella tragó saliva y se volteó para cerrar la puerta.

Cuando se volvió a mí, era otra. Aquellos nervios y emociones al descubierto fueron enmascarados y Devon volvía a ser ese muro indescifrable. Me sorprendía la facilidad con la que podía cambiar en cuestión de segundos.

—No tienes por qué saberlo.

Y ahí estaba la Devon que conocía.

—Entonces tampoco tengo por qué responderte —di media vuelta y me senté en el borde de la cama con Tyler dándole la espalda.

Miré al ruloso que no había dicho nada hasta entonces y vi que temblaba. Estaba más blanco que el papel y miraba a Devon con una especie de pavor. Me volví hacia la rubia que se había quedado parada junto a la puerta y me puse de pie.

—¿Por qué estás aquí? —inquirí en un tono suspicaz comenzando a caminar hacia ella.

Cuanto más me iba acercando, más se tensaba. Pero Devon era una maestra del engaño capaz de confundirte, así que se mantuvo tranquila con el semblante neutro.

—Vengo a visitar a Tyler, ¿o es que no puedo? —expresó con calma.

—¿Y por qué razón harías eso? —la probé, pero ella me dio una respuesta asombrosamente inesperada.

—Me enteré sobre el accidente de Tyler y quise venir a visitarlo para saber cómo estaba. Fui una de las personas que estuvo cuando la ambulancia se lo llevó.

Me rasqué la barbilla y la observé, de forma analítica y perspicaz.

—¿Y por qué nunca te vi?

—Supongo que ya te habías ido —respondió con simpleza.

—¿Y desde cuándo te interesas en los demás? —esta vez inquirí en un tono sarcástico.

La comisura de su labio izquierdo se alzó ligeramente en un gesto indiferente y me miró de forma penetrante.

—El que no me interese en ti, no quiere decir que no me interese en los demás.

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