Capítulo 24

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[24]

Tomé mi taza de chocolate y le di un sorbo, su calidez me calentó las manos y eso me agradó. Ya había salido de vacaciones, y ahora me encontraba en la sala de mi casa con mi pijama puesta y mi beani gris junto a Tobby acurrucado a mi lado. Mamá salió de la cocina con otra taza de chocolate y se sentó en el sillón conmigo; estábamos haciendo la lista de cosas para la cena de navidad.

—¿Sabes de qué me acordé? —me dijo.

—¿De qué?

—Que necesitaremos pasas para el relleno del pavo, anótalo.

—Pa-sas —anoté en la lista —. Listo.

—Mmm, ¿crees que haga falta algo más?

Le di una leída a la hoja.

—No, no creo.

—Bueno —mi madre suspiró y se acomodó para ver la televisión.

Yo guardé silencio y me puse a ver con ella la televisión, pero mi mente estaba muy lejos de aquel programa que había puesto.

Habían pasado dos meses desde que había llevado a Devon al Golden Gate. Todo a partir de ese día se volvió mucho más fuerte entre nosotros. Habíamos pasado por tantas cosas juntos, las largas charlas que teníamos por llamada los fines de semana o las clases que nos saltábamos de vez en cuando para ir a las gradas a platicar o simplemente matar el tiempo. Nos habíamos convertido en la mejor pareja de literatura, y no me sorprendía, había descubierto que Devon en verdad era buena para escribir y hacer largos ensayos bien argumentados y estructurados. Su familia ya me conocía, incluso me estimaban. Varias veces había ido a comer a su casa, pues había estado ayudando a Devon a "estudiar" para sus exámenes de física entre comillas porque eran más besos que nada. Entre Hamlet, Devon y Tyler las cosas habían cambiado mucho, ahora nos sentábamos todos juntos en los almuerzos y habíamos creado un lazo de amistad muy lindo.

Hamlet y Devon se habían hecho buenas amigas, hasta llegaba a pensar que hacían complot a mis espaldas. Respecto a Conall, ya no lo volvimos a ver, y después de su expulsión nos estuvieron dando pláticas durante varias semanas sobre la prevención del consumo de drogas. La protección en el instituto mejoró, y la vigilancia se volvió mucho más estricta. Lo agradecía muchísimo, porque ahora todo era mucho más tranquilo y a Tyler ya no lo molestaban. El asunto de Devon y aquella foto quedó en el olvido, eran pocos los rumores que se hacían y ya nadie parecía recordarlo. Todo era realmente bueno, en verdad lo era.

A Jahir ya no lo volví a ver desde ese día que nos había bailado la macarena, pues había vuelto a Houston con su mamá a retomar sus clases. Pero nos mandábamos mensajes y de vez en cuando hablábamos por teléfono. Al igual que con Hamlet, lo mantenía al tanto de mi relación con Devon, dijo que se alegraba mucho de que alguien ya cuidara mi culito.

"Si te rompe el corazón, dile que no dudaré en ir y quemarle su casa."

Me había dicho un día.

Nora se iría a pasar navidad y año nuevo en Houston con ellos, así que no me tocaría verlo hasta en verano.

Suspiré y una sonrisa llena de recuerdos curvó mis labios, me sentía tan feliz. Habían sido tantas las cosas que había vivido estos últimos meses con Devon, que los recuerdos pasaron como ráfagas en mi mente y mi sonrisa se ensanchó. Y me di cuenta de lo irónico que resultaba todo esto, de cómo habíamos iniciado: odiándonos y llevándonos pésimo. No la soportaba, y ahora no me veía sin ella. No podía imaginar que sería de mí sin sus besos, sin sus caricias, sin su voz llamándome por mi nombre, porque amaba la forma en la que mi nombre sonaba tan bien en sus labios, más cuando lo hacía en francés. Sin sus ocurrencias o humor negro, sin su sarcasmo y mal humor, o sin las peleas cuando fumaba. Y me asustaba, me asustaba la forma en la que la quería, con tanta locura e intensidad. Porque ella me hacía desearla no solo en cuerpo, sino en alma como a nadie nunca. Cada día era algo nuevo y diferente al de ayer, nada se repetía; cosas que con nadie había sentido ni vivido. Y me aterraba ver lo jodidamente enamorado que estaba de Devon, porque aunque lo negara, había comenzado a depender de ella. Y sé que podía parecer enfermizo o exagerado, pero no lo era. Nos amábamos y ambos nos apoyábamos mutuamente, tanto en los momentos buenos como en los malos.

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