[01]El espantoso ruido de la alarma volvió a sonar, tal y como hace dos meses. Lo apagué y no me preocupé cuando lo mandé a volar de un manotón. Lo primero que hice después de abrir los ojos fue bostezar y restregarme la cara, con todo y baba. Mis vacaciones definitivamente habían terminado, y un nuevo y último año en la preparatoria me esperaba.
Tomé un baño y me vestí con mis vaqueros negros, una playera amarilla, mis converse negras y mi beani gris. Me coloqué mis lentes y bajé al desayuno. Papá se encontraba leyendo el periódico mientras se tomaba el resto de su café con un pan tostado.
—Buenos días, cariño —mamá apareció tan fresca como siempre por la cocina y me tendió una taza de café humeante—. Toma, el cuerpo necesita cafeína.
Si no fuera por Tobby (nuestro pastor Alemán), todos tomaríamos café en esta casa. El café era la segunda cosa que más amaba después de ella.
—Gracias —la tomé y le di el primer sorbo que me quemó la lengua.
—¿Hamlet pasará por ti? —Inquirió mi padre sin despegar sus ojos del periódico.
—No, tomaré el autobús —respondí.
—¿Quieres que te deje el auto? —Se ofreció.
—No, tomaré el autobús. Gracias.
—Como quieras —y no volvió a decir nada más.
Hoy en día era raro ver a un casi universitario tomar el autobús, por lo general todos ya tenía un carro propio a excepción de mí. Sabía manejar, pero no quería invertir mi dinero ahorrado en un carro que dejaría. Dentro de un año mi estancia en San Francisco acabaría, así que era mejor dejar ese dinero para mis estudios. Planeaba ingresar a Harvard, con mis notas era más seguro que podría.
Cuando terminé de desayunar, me fui a la parada. El autobús no tardó en llegar, y casi como lo supuse, estaba hasta la médula de jóvenes pubertos sin neuronas. Me fui hasta el fondo y me sumergí en la música de mis audífonos hasta llegar al instituto. Cuando llegamos, a lo lejos vi a Hamlet esperándome sobre la pequeña barda de la entrada.
—Literalmente te levantaste con el pie izquierdo —me dijo en cuanto llegué a su lado.
—¿Eh?
—Mira tus pies —señaló. Miré hacia mis pies y me di cuenta que me había puesto un converse blanco y uno negro.
—Es la nueva moda —bufé.
—Si tú lo dices ...
Ambos comenzamos a caminar hacia el instituto, el pasillo estaba lleno como lo imaginé. La cara de los nuevos era de felicidad pura, sonreían y platicaban con quien fuera. Ja, si supieran.
—Son lindos, ¿no? —contempló Hamlet a los de nuevo ingreso.
—Son tontos.
—Oh, vamos, tú y yo estábamos así hace cuatro años atrás —sonrió con cierta fascinación al recordarlo.
Los miré para comprobar lo que acababa de decir. No, definitivamente no.
—Yo ni siquiera sonreía —me acomodé mi mochila sobre el hombro y doblamos la esquina del pasillo—, los quería matar a todos.
—Siempre has sido un amargado —murmuró.
Estuve a punto de responder cuando el cuerpo de un gordito de rizos rojos cayó sobre mí de la nada entonces. Mis nalgas tocaron el piso duro y sentí como el dolor se expandió por ellas de inmediato. Solo esperaba no haber quedado más desnalgado de lo que ya estaba.
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Incroyable
Ficção AdolescentePara alguien tan desgraciado como Lucas, la suerte puede resultar algo rara. Y para alguien como Devon, algo inmerecida. Ella es capaz de captar el interés de todos, pero hacer que lo pierdan si se lo propone, y algo que se cuestiona a menudo, es p...