Capítulo 15

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[ 15 ]


El tiempo se detuvo para mí.

Alcé la vista hacia la cafetería y vi que todos comentaban y murmuraban cosas entre sí sobre el mismo mensaje que les había llegado. Algunos lucían con expresiones claras de "¿Qué rayos?" sin entender nada y otros se reían, restándole importancia.

Aquel mensaje anónimo que a todos nos habían mandado, era una foto de Devon besándose con el subdirector.

Estaban en una especie de oficina y parecía que alguien les había tomado la foto en secreto, pues la cámara parecía estar oculta tras una puerta entre abierta. El subdirector tenía a Devon contra la pared, con una mano puesta en la misma y la otra en su mejilla mientras la besaba. Pero lo que más me causó conflicto, fue ver que Devon correspondía aquel beso.

—Lucas, ¿pero qué es esto? —artículo Hamlet en shock.

—No lo sé, estoy igual de confundido que tú —con mis dedos amplié la foto para ver mejor y asegurarme de que no fuera una equivocación, pero no había dudas, se miraba perfectamente que era Devon.

Los murmullos en la cafetería pronto subieron de tono y ahora la mayoría se reía y se pasaban los teléfonos entre sí mirando la foto en burlas; la mayoría hombres. Al fondo en una mesa, divisé a Conall sentado con un grupo de chicos haciendo lo que todos hacían: reír y burlarse. No pude evitar sentir coraje.

Me puse de pie y comencé a caminar.

Estupidez número uno: lista.

Estado: inspirado.

—¿A dónde vas? —me dijo Hamlet, pero yo ya me había alejado.

Llegué hacia la mesa donde estaba Conall y me le paré en frente. Él me miró y dejó de reír al igual que sus amigos. Su comisura se curvó en una sonrisa burlona y me miró divertido en lo que me evaluaba, como si me hubiera estado esperando.

—¿A qué debo tu presencia? —habló.

—Eres un idiota —solté, penetrándolo con la mirada —. Mira que burlarte de una chica que fue tu novia en vez de defenderla. Tú y todos ustedes son unos pocos hombres.

Lo miré con un odio acumulado y repasé con los ojos a todos los demás en la mesa. ¿Qué había hecho para que lo odiara de esa forma? No tenía idea, pero sí sabía que tras esos ojos grises se escondía una muy mala persona.

Conall soltó una risilla y se pasó los dedos por su pelo azabache.

—¿Y qué harás? ¿Golpearme? —arqueó su ceja.

—Créeme, mereces mucho más que eso —mascullé, sosteniéndole la mirada.

Entonces, Conall se puso de pie y se paró frente a mí. Su figura era corpulenta y fuerte a mi lado si la comparábamos, pero no intimidante, pues yo seguía siendo mucho más alto que él. Su mirada grisácea llena de descaro y burla fueron combustible para perder mi autocontrol e incendiar mi ira. Pero me contuve.

Conall se inclinó hacia mí y me ofreció su mejilla.

—Adelante, golpéame —dijo, burlón y seguro de sí mismo; me estaba provocando.

Apreté mis puños y me le quedé viendo, conteniéndome; todos en la mesa miraban con atención.

—Hazlo —insistió, luego, acercándose a mi oído, me dijo en un susurro solo para mí —: Demuestra que vale la pena pelear por esa zorra.

En aquel instante mi autocontrol se fue a la mierda.

Golpeé tan fuerte a Conall que cayó al piso. Mis nudillos crujieron por el impacto y vi que había sangre en ellos. Pero no era mía, sino la de él. Conall se puso de pie, sangre corría por su nariz. Se quitó aquella sangre con su antebrazo y me miró sorprendido, como si nunca hubiera anticipado que de verdad lo haría. Lo que sucedió después fue demasiado rápido y caótico.

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