Capítulo 11

194 66 29
                                    



[ 11 ]


—Recuerden hacer el resumen y resolver las ecuaciones que les dejé en la plataforma. El archivo se cerrará el jueves por la noche, así que no tendrán oportunidad de copiarlo el viernes con algún compañero porque pasaré a recoger todo el viernes a primera hora —informó el profesor de física y todos soltaron un quejido —. Silencio, si quieren pasar la materia, háganlo. Les sumará puntos a su examen. Pueden salir.

Con eso dicho, la clase terminó y todos comenzaron a salir. Entendía la frustración de algunos, muchos de los maestros habían iniciado dándote en la madre, como éste, pero otros eran más considerados.

Guardé todas mis cosas y me dirigí hacia la siguiente clase que era lógica. En el camino, me topé con Conall en uno de los pasillos. Claro, no me vio, así que me escabullí entre la gente hasta que me resguardé en una bolita de los de primer grado.

—¿Me puedo esconder aquí? —les pregunté.

Ellos compartieron unas miradas extrañas, pero asintieron. Me coloqué detrás de ellos y me agaché lo suficiente para que Conall no me viera. La ventaja era, que aquella bolita de chicos se encontraba a una distancia favorable y podía ver todo desde aquí.

Conall se encontraba junto a dos chicos más, se miraban de la misma edad, así que supuse que debían ser compañeros de clases. Conversaban sobre algo, incluso reían cuando alguno hablaba. Mataba por saber qué decían, tal vez contaban chistes sobre drogas.

—Oye, nos tenemos que ir, tenemos clase —me dijo uno de los chicos que me cubría.

—Esperen, unos minutos más —les pedí, volviendo mi absoluta atención a Conall y sus amigos por si pillaba algo.

Oí al chico decir algo, pero lo ignoré. Conall seguía conversando muy animado, como si nada extraño pasara. Bueno, tampoco era como que se iba a poner a vender droga en frente de todos. Nada de lo que yo pensé sucedió. Los chicos se fueron y Conall permaneció parado hurgando su casillero solo.

Me sentí decepcionado por un momento, hasta que la acción por la que había venido pasó.

A Conall se le acercó un chico, menos alto y corpulento que los otros dos que habían estado con él. Lo único que le veía era su mata de cabello color castaña ya que estaba de espaldas. Por la reacción que tuvo Conall cuando lo vio supe que era importante: ceño fruncido y mirada molesta.

Sus facciones se habían endurecido, le hablaba con disgusto al castaño y fruncía ligeramente el entrecejo casi odioso. Hubo algo que le dijo el otro chico que lo exaltó, pues cerró su casillero con fuerza. El de mata castaña se sobresaltó sobre sus pies y retrocedió unos cuantos pasos.

Quise tener un súper poder de oído o hacerme invisible para correr y escuchar todo lo que decían, pero lo único que tenía era esta barrera de niños mugrosos como escudo. 

—Viejo, en serio debemos irnos —me volvió a decir el mismo chico.

—Shhh —siseé sin perderle detalle a la escena.

Entonces lo pillé.

De forma discreta y disimulada, Conall sacó de su chaqueta una bolsita con polvito blaco. Miró hacia todos lados como si se asegurara de que nadie lo mirara y se la entregó al chico. Le dijo unas cuantas cosas que por su lenguaje corporal me supieron a advertencia, y luego se alejó sin dejar de mirar a los lados como un prófugo de la justicia. Cuando Conall se fue, el chico se dio la vuelta.

No me lo creía.

Era el mismo chico al que había golpeado.

Interesante, pensé.

Incroyable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora