Capítulo 16

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—Espera, ven —Hamlet me atrajo de nuevo hacia ella para darme otro chequeo en la cara; llevaba haciendo eso desde que habíamos salido del instituto en cada semáforo que se ponía en rojo.

—Ya, pareces mi mamá —me quise apartar, pero ella me pellizcó —. Auch, ¿qué no ves que estoy medio muerto y tú pellizcándome?

Me quejé. Hamlet rio, pero en cuanto quiso ponerme otra vez las manos encima, la manoteé.

—Ya, estoy bien.

—Pero bien para la chingada —me dio una mirada desaprobadora, de esas que le dabas a tu mejor amigo cuando sabías que estaba mal.

—Ya me lo dijiste.

—Lucas, ¿no lo entiendes? —sonó frustrada —. Te acabas de ganar a un enemigo al golpear a Conall. Sé que te enfureció, pero no era para que actuaras de esa forma tan impulsiva y tonta.

Me encogí de hombros.

—¿Y?

—¿Sabes qué? Me alegro de que Conall te haya golpeado — me hizo un gesto con su mano para que me bajara del auto —. Shu, shu, ahora bájate.

Sabía que estaba enojada, que el mismo susto de hoy la había puesto mal por miedo a perderme. Y la entendía, ella tenía razón. Sí, mi forma de actuar quizás no había sido la mejor. Sí, Conall era mi enemigo oficialmente desde ahora. Sí, había sido estúpido e irracional. Pero no me arrepentía.

La morena se hacía la difícil frente a mí, pero como siempre lo hacía en este tipo de situaciones porque sabía que se molestaría más, la tomé de la cara desprevenidamente y le estampé un beso en el cachete.

—¡Lucas! —chilló apartándome —. Arruinas mi seriedad, quítate.

Solté una carcajada y le revolví los cabellos.

—Siempre funciona.

—Idiota —masculló.

Bajé del auto y me despedí de ella, ya habíamos llegado a mi casa. Hamlet quedó en llamarme más noche para ver cómo seguía. Sí, me amaba aunque se enojara.

Después de clases, Hamlet había ido a buscarme a mi salón. La impresión en su rostro había sido grande cuando me vio, y cuando me prestó su espejito del maquillaje para que me viera, lo entendí. Tenía la ceja partida con sangre seca que adornaba la herida, el labio roto e hinchado, y en el pómulo, un gran golpe lila con cortadas pequeñas por los nudillos de Conall. En pocas palabras, era un desastre. La gente en el pasillo me miró y murmuró cosas cuando salí con Hamlet, después de eso, me trajo a casa, donde se la pasó regañándome y diciéndome todas las cosas malas que pudieron haber pasado si las cosas se hubieran puesto peor. La verdad, llevaba más peleas que tareas hechas en lo que llevaban las clases.

Respecto a Devon, no la volví a ver. Ella se separó de mí apenas entramos al instituto después de lo de las gradas y se fue como todos los demás. Me pregunté por qué rayos se había besado con el subdirector, incluso se lo pregunté, pero ella solo me evadió con excusas tontas. Necesitaba saberlo, asegurarme de que todos aquellos rumores que comenzaban a crecer no eran ciertos. Que Devon no era lo que decían. Algo en el fondo de mí se resistía a creerlo.

Entré a la casa y dejé mi mochila en el suelo; estaba exhausto y todo el cuerpo me dolía. Oí risas provenientes de la cocina, caminé hacía allí extrañado y cuando entré, vi a mamá con Jahir. Fue una imagen icónica: Jahir picando unas zanahorias con un delantal de vaquitas mientras le contaba algo a mamá que la estaba haciendo reír mucho.

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