41| Conociendo a Ella - Parte 1

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Atrévete otra vez, por favor

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Atrévete otra vez, por favor.

Nadia, enfócate.

¿Estoy soñando? ¿Fue parte de mi sueño lo que acaba de pasar? ¿O es que aún sigo dormida después de haber celebrado mi cumpleaños junto a los gemelos? Podría ser eso o es que en definitiva ya perdí el raciocinio. Sería mejor para mí, en estas circunstancias, despertar del sueño que estaba teniendo hace unos instantes sin llamar la atención y sin tener que dar explicaciones por haber sido encontrada in fraganti; eso sería muchísimo mejor ahora que lo pienso. Mas ahora, esa posibilidad de salir bien librada con la frente por en alto se acaba de desvanecer en cuanto me he dado cuenta de que no es un sueño. De hecho, todas mis posibilidades se han hecho humo, al igual que mis pensamientos. He sido abandonada por mi capacidad de razonar en cuanto he caído en cuenta de que no estoy soñando; es decir, de verdad acabo de recibir un beso del chico que me gusta.

Decir que estoy sin palabras se queda corto; yo, definitivamente, he perdido el habla.

Todavía no asimilo al cien por ciento que mi sueño más anhelado, que por cierto estaba teniendo segundos antes de que esto pasara, se haya hecho realidad. Raphael Thompson me ha besado. Como si no hubiera sido suficiente el mini paro cardíaco que me provocó tener sus labios en mi mejilla hace un rato cuando me dio un simple beso, ahora tengo que lidiar con lo rápido que está latiendo mi corazón después de haber presionado sus labios con los míos. Utilizar las frases «sus labios» y «los míos» en una sola oración no tendría sentido para mí si me la hubieran dicho hasta hace unas tres semanas; sin embargo, ahora sí lo tiene. Tiemblo de solo recordarlo. Haber tocado los cálidos labios de Raph se siente como haber tocado el cielo, y sé, por supuesto, que no voy a poder olvidar este momento.

¿Y cómo podría hacerlo? Sé que Raphael no es, ni ha sido nunca desde que lo conozco, la viva personificación de un Romeo moderno, pero son estos pequeños gestos de su parte los que hacen imposible que pueda reprimir mis sentimientos hacia él. Es como cuando uno se arriesga a algo aun sabiendo las consecuencias, sin importarle el desenlace. Justamente así es como calificaría mi experiencia con Raph; me arriesgué al dejar que mis sentimientos crecieran, me arriesgué al pasar tiempo con él sin importarme lo poco que habláramos, me arriesgué al venir aquí hoy que es su cumpleaños sabiendo que en el fondo tengo miedo de aceptar lo innegable: Me gusta Raphael; y, tal vez, estoy enamorada de él.

Una parte de mí quiere pensar que, quizá, muy en el fondo del corazón de Raph, en un pequeño rincón, existe un espacio para mí con mi nombre.

Todo eso y más pasa por mi cabeza mientras contemplo su hermoso rostro y sus ojos, que ahora se encuentran muy cerca a los míos. Sus pupilas están dilatadas y, probablemente, las mías también. Cuando, pasados unos breves segundos, se aparta de mí, colocándose a una distancia prudente, todavía mantengo mi gesto de estupefacción. Ninguno de los dos se atreve a decir algo. No aparto mi vista de la de él; tampoco siento deseos de hacerlo, ni siquiera cuando escucho en la distancia que la puerta del departamento se abre. En ese momento, las figuras de nuestros amigos se cuelan por mi rabillo, y es así como advierto que ya no son solo cuatro personas las que han venido a su cumpleaños, sino cinco. No tardo mucho en comprobar de quién se trata la persona que acaba de llegar, ya que, la figura esbelta de la perfecta Sabrina Accio se interpone entre Raph y yo, impidiendo que siga mirándolo. Eso me ayuda a recomponerme un poco y salir de mi temporal trance, pero aún así no puedo evitar que me moleste con la recién llegada y con todos por su interrupción.

Buscando tu mirada [SB#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora