Por casualidades de la vida y esas cosas del destino aquí estoy yo nuevamente en una situación indeseada, puesta en pie frente a la chica que supone la imposibilidad de una relación entre Raphael y yo. Su presencia vuelve írrita e ineficaz cualquier oportunidad, cualquier intención que pueda yo tener con el chico que, inexplicablemente, no deja de mirarme en este momento. ¿Por qué me tienen que suceder estas cosas? Lo último que quería era esto: verlos juntos; de hecho, si simplemente la hubiera ayudado sin ninguna clase de cordialidad nada de esto habría sucedido. Esto me pasa por querer hacer mi buena acción del día en agradecimiento al cielo por haberme librado de los ensayos del Teatro por el día de hoy.
—¿Se conocen?
La pregunta que formula Ella al percatarse de que no soy del todo una extraña se queda flotando en el gélido aire de esta tarde de invierno. Primero su mirada se posa en el chico que ahora sostiene las manijas de su silla de ruedas y luego dirige sus relucientes ojos hacia mí. Esa es la conclusión a la que llega después de escuchar mi nombre salir de los labios de Raph y no de los míos, que era lo que ella esperaba. Admito que ni siquiera yo esperaba que respondiera por mí, pero lo cierto es que en el fondo se lo agradezco; si él no lo hubiera hecho, yo de la sorpresa tampoco habría podido hacerlo.
Ante mi inesperado silencio, Raph asiente para que no parezca como si estuviéramos ignorando a la rubia.
—Sí —dice él al cabo de unos segundos, sin despegar sus iris de mi imagen—. Estudiamos juntos.
Y también nos besamos, quiere añadir mi lado imprudente, pero me contengo. Ella levanta ambas cejas en sorpresa. Si bien es cierto que justo ahora ambos llevamos puesto el mismo uniforme escolar, el hecho de que coincidamos en la misma clase no es algo que ella esperaba, es decir, hay cientos de estudiantes en Midtown High School; solo en nuestro grado hay más de cuatro aulas, ¿cómo es que Raph y yo nos conocimos? Es difícil encontrar una respuesta, pero es así. Literalmente, el sabelotodo y yo nos conocimos, hablamos, pasamos por diferentes situaciones, discutimos y estudiamos juntos en el pasado e inclusive en su propia casa. Eso es algo que me hace sentir un poco especial frente a Ella, aunque una parte de mí sabe que, debido a la cantidad de años que ellos se conocen, lo más probable es que hayan hecho eso y más. Quién sabe... tal vez se besaron. No, Raph dijo que nunca antes había besado a nadie. ¿Lo hizo? De acuerdo, no lo gritó a los cuatro vientos, pero lo dejó saber en el juego. De un momento a otro, me sorprenden los grandes celos que comienzan a invadirme por el simple hecho de ver a Raph detrás de ella.
Y eso está mal. No soy posesiva ni nada por el estilo.
Él ya hizo su elección y no lo juzgo por eso; no lo juzgo, en realidad, por nada. ¿Y por qué iba a hacerlo? Nunca me prometió nada, nunca incumplió con algún punto de nuestro pacto establecido el primer día que hablamos. Yo fui la que no cumplió con su condición. Quería ser su amiga a como diera lugar porque no quería darle el gusto a la insoportable de Sabrina que creía que no éramos lo suficientemente buenas académicamente como para ser amigas de alguien tan importante como algún miembro del triángulo. En cuanto vi a Raph y a su manera de ser, supe que lograrlo era un reto y decidí cumplirlo fuese como fuese. Aquí la que falló fui yo. El plan no era fijarme en él, sino ganarme su sincera amistad.
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Buscando tu mirada [SB#1]
Teen FictionAprobar los exámenes bimestrales con buenas calificaciones es la única preocupación de Nadia, una risueña adolescente con notas desastrosas. Convencida de que debe hacer algo al respecto, acepta el consejo de sus profesores y busca ayuda de la perso...