«Para cuando necesites a alguien con quién hablar.»
Eso es lo único que se lee en la nota que, estratégicamente, está situada a un lado del "regalo" para que yo pueda leerla sin hacer mucho esfuerzo. ¿Qué rayos?
Dejo la nota donde estaba al mismo tiempo que trato de encontrarle una explicación a lo que está pasando.
¿Quién me dejaría lo que parece ser un papagayo en mi habitación? Está claro que esto era lo que menos esperaba; es decir, nunca me he declarado amante de las aves ante mis amistades ni mucho menos ante mis padres. ¿Qué se supone que significa esto? Miro con recelo al animal en la jaula e intuyo (por lo nueva y brillante que se ve la jaula y el lazo que tiene en lo más alto de esta) que acaba de ser comprado recién hoy, así que al menos podría considerarse un buen regalo. El plumaje del animal es de color verde, aunque sus alas poseen cierto vestigio de celeste, por lo que todo indica que es un...—Presidente.
Doy un respingo del susto al escucharlo hablar de manera extraña otra vez. A este paso este animal me va a matar antes de siquiera poder asignarle un nombre.
—¿Quién te dejó aquí, pequeño? —le pregunto como si fuera a responderme, mientras busco en los alrededores alguna otra nota que resuelva mi duda.
Se hace silencio en el ambiente. Comienzo a pensar que todo esto puede ser obra de mi hermano. Zach disfruta molestándome y no me sorprendería si fuera él quien ha ideado todo esto para subir mi reacción a YouTube y causarme una vergüenza monumental. Una vez más la palabra "Presidente" se escucha en mi habitación y hace que olvide por un momento a mi principal sospechoso. Sitúo mi vista en el regalo y entrecierro los ojos. Está claro que el animal me está ignorando, como suele hacer la mayoría últimamente.
Doy un resoplido alejándome de la jaula que reposa sobre mi escritorio.
—Bah, eres igual que él —pronuncio con decepción al recordar a cierto sabelotodo que siempre suele ignorarme. Luego, viene a mi mente el hecho de que este solo se puso de pie para acercarse a la insoportable de Sabrina y no a mí, y me lanzo en mi cama—. Raph es un tonto.
Mi nueva mascota repite mi última frase.
—¿Sabes? Empiezas a caerme bien.
Una genial idea se me viene a la cabeza.
Las siguientes horas de la tarde me dedico a adiestrar a Presidente (claramente, no me rompí la cabeza para escogerle un nombre) sobre cómo responder de diversas maneras cuando interactúe con otros seres humanos. Por lo que puedo notar, gracias a mí él ya sabe saludar educadamente, despedirse e incluso insultar (a Raph, claro). Además de eso, me he dado cuenta de que repite casi todo lo que escucha, de que le gustan las semillas y que, sobre todo, disfruta cuando le acarician la cabeza.
Parece que no está resultando tan mal como pensé que sería. En mi cabeza había ideado la imagen mental del animal haciendo mi vida imposible con su manera peculiar de hablar, pero no. Nada de eso. Es como si Presidente y yo nos entendiéramos, ya que en todo el rato que ha pasado conmigo me ha estado prestando atención. Entre todo el lío de enseñarle frases decentes, las horas dan paso a la noche cuando finalmente escucho el motor del auto de papá afuera de la casa. Bajo con celeridad las escaleras para recibirlos, siendo seguida por Zach quien no muestra tanta emoción como yo. Él solo baja porque no quiere quedar mal ante nuestros padres.
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Buscando tu mirada [SB#1]
Teen FictionAprobar los exámenes bimestrales con buenas calificaciones es la única preocupación de Nadia, una risueña adolescente con notas desastrosas. Convencida de que debe hacer algo al respecto, acepta el consejo de sus profesores y busca ayuda de la perso...