Calificar de "exabrupto" a lo que acaba de pasar hace un momento podría ser una buena opción considerando lo incómodo del ambiente. De hecho, no encuentro otra manera de describir la situación. Como si no fuera suficiente que la aparición tan inesperada de Raph en la entrada casi me arranca un grito del susto, ahora tengo que lidiar con el hecho de que acabo de ser calificada tácitamente como una simple conocida que solo va a recibir sesiones de matemáticas a la casa de su compañero de clases, alguien que no es nada más que eso.
Sí. Ya sé que es cierto —por ahora—, pero ¿cuál es la necesidad de aclararlo frente a todo el que pregunte lo mismo? Pudo haber dicho que soy una amiga, digo, para no quedar como una tonta frente al señor que vino de visita.
Después de la contestación de Raph, solo atino a sonreír queriéndome hacer un ovillo para rodar lejos en ese mismo momento. Me siento tan incómoda que no me molestaría cancelar nuestra sesión del día de hoy.
—Creo que llegué en un mal momento, será mejor que me vaya.
Intento escapar de esa embarazosa situación, pero no sale como esperaba.
—Nada de eso, jovencita —intercede el hombre con una sonrisa—. Yo solo vine de paso a saludar. Adelante, bienvenida.
La expresión en el rostro de Raph me dice que él no piensa lo mismo con respecto a mi presencia, y por un segundo dudo en entrar, no deseando estar en un lugar si no soy bienvenida. Al final, termino haciéndolo rindiéndome a las circunstancias, pasando por el lado del sabelotodo después que el señor y chocando a propósito mi hombro con el suyo para mostrarle mi indignación. Él ignora mi acción y se limita a sostener la puerta en silencio.
A un lado, sentada en el primer peldaño de las escaleras de la casa de Raphael Thompson, permanezco sin moverme mientras lo veo pasar desde la cocina con dirección a la sala. Lleva un jugo de naranja en mano que, por supuesto, no ofreció, pero que debe invitar a su tío ya que este, amablemente, lo pidió, ofreciéndome uno a mí también. A regañadientes, Raph tuvo que obedecer. Casi sospecho que de seguro su odio hacia mí se acrecienta a cada segundo que pasa, principalmente por la oportunidad que tengo de verlo así, incluso cuando aún no me considera una amiga.
Digamos que, después de que haya coincidido con su tío en la entrada de su casa, muy a su pesar, tuvo que dejarme entrar a mí también. Tampoco es que lo considerara lo suficientemente malévolo como para dejarme afuera, pero después de su abrupta aparición ya no sé qué pensar. ¿Acaso le caigo mal o algo así? Pues supongo que aún no ha olvidado lo del cartel pegado en los pasillos de Midtown y seguramente me sigue atribuyendo esa falta a mí. Desde ese día ha estado más frío y distante de lo normal, exceptuando lo que pasó en la sesión de italiano, pues en esa clase dio el primer paso y cumplió algo de mi lista.
No lo entiendo.
Qué más da, él siempre es igual conmigo. No, corrección, siempre es igual con todos, menos con sus amigos. Claro, con Sabrina sí es el más atento del mundo, con ella sí se siente a gusto y no anda diciendo simples monosílabos, en cambio a mí, si fuera posible me pondría una orden de alejamiento.
ESTÁS LEYENDO
Buscando tu mirada [SB#1]
Roman pour AdolescentsAprobar los exámenes bimestrales con buenas calificaciones es la única preocupación de Nadia, una risueña adolescente con notas desastrosas. Convencida de que debe hacer algo al respecto, acepta el consejo de sus profesores y busca ayuda de la perso...