29| ¿En qué me he metido?

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Los minutos después de la inesperada "tregua" (con comillas y todo porque con el sabelotodo nunca se sabe) con Raph transcurren lentos

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Los minutos después de la inesperada "tregua" (con comillas y todo porque con el sabelotodo nunca se sabe) con Raph transcurren lentos. Demasiado lentos, siendo sincera. Aún seguimos en el patio más lejano al comedor, frente al laboratorio de química, pero en este momento nos encontramos sentados en una de las bancas que hay, sumidos en un inquietante silencio.

El enojo que sentía hace un rato casi se ha esfumado y, debido a eso, caigo en cuenta de que en mi arrebato me atreví a llamar «idiota» al sabelotodo. Nunca nadie se habría atrevido a hacer tal cosa. Aunque existe algo mucho peor que eso y, sorprendentemente, no es que lo haya gritado frente a casi todos los estudiantes de mi escuela; no, claro que no. Lo peor del asunto es que dije que él era el doble de idiota que su mejor amigo.

Ni aquí, ni en la Luna, ni mucho menos en Marte algún otro estudiante de Midtown se habría atrevido a calificar a Raph con tanto desdén. Esto debido a que su grupo de admiradoras siempre se encarga de sacar cara por él y nadie se atreve a tenerlas de enemigas. Ni siquiera yo; al menos, no en estas circunstancias. A estas alturas, creo que debería reconsiderar mi estadía en esta escuela para el próximo semestre o de lo contrario mi vida podría peligrar.

Y lo digo firmemente porque sé que todos los que estaban presentes en el comedor me escucharon: estudiantes, profesores, personal administrativo, de limpieza y cocineros.

Sé que estuvo muy mal de mi parte hacerlo de manera tan pública, pero me fue inevitable. Ahora solo me queda atenerme a las consecuencias. Primero, porque es de muy mala educación insultar a los demás (ya estoy sonando como mi padre), porque Michael Hussel siempre me ha enseñado que si no voy a decir algo bueno de alguien, es mejor que no diga nada; segundo, porque nadie va a coincidir conmigo en que el Gran Raphael Thompson sea un idiota, esto debido a que sería ilógico que lo fuera estando en los primeros puestos en casi todos los concursos llevados a cabo en y fuera de Midtown. Y tercero, pero no por eso menos importante, ¡por el simple hecho de ser un miembro de El Triángulo!

Ya me imagino a Sabrina y a su séquito de amigas, brujas igual que ella, esperándome afuera del salón para darme unos buenos porrazos por haberme metido de lleno con Raphael. Pensar en eso hace que me estremezca del susto.

—¿Qué te pasa? —pregunta Raph de repente al verme. Al escuchar su voz, recuerdo dónde estoy parada (o sentada) y, ante eso, trato de mostrarme lo más serena posible. No es que quiera que piense que me preocupa lo que pase conmigo por haberme enfrentado a él y haberlo insultado en público.

—Nada —miento.

—Eres muy obvia.

Cielos, ¿de verdad lo soy? No es la primera vez que adivina algo con respecto a mí, así que no me sorprendería ahora que adivinara el motivo de mi desasosiego.

—Pues en realidad hay algo que me preocupa.

—¿El qué?

—Después de lo de hoy, lo que dirán las personas de mí, de ti —Hago una pausa para tomar el aire necesario y decir lo siguiente que se me viene a la mente—, de nosotros.

Buscando tu mirada [SB#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora