Era demasiado temprano para que asesinaran a alguien, y, sin embargo, allí estaba caminando con los pies adoloridos de frío adentrándose en Battery Park; mientras caminaba lo más apresurado que podía hacia la zona arbolada en donde alcanzaba a ver a los primeros oficiales que custodiaban el área, se iba preparando mentalmente para lidiar con sus renuentes subordinados a cargo y con el crimen en sí.
Sabía desde un inicio que su edad le jugaba en contra, y el ser hijo de un juez de la corte suprema, si bien pudo abrirle alguna puerta en algún momento, era más una cruz en su espalda que una ayuda, pero no estaba en ese puesto porque se lo hubiesen regalado, sino por mérito propio, aunque nadie lo creyera. Ritsu Onodera había salido de la universidad con un certificado de doctor en derecho criminal al mismo tiempo que salió de la academia de policía como detective criminalístico, con las mejores notas y recomendaciones, y en relativamente poco tiempo había ascendido de oficial hasta el puesto de comisario, pero ser un buen alumno no era garantía de que fuera a ser respetado en su trabajo, y tenía que vivir con la constante de tener que lidiar con subordinados con el doble de su edad y experiencia, y a los que, por tener el apellido que tenía, se les hacía gracioso contestarle sarcásticamente "sí, señor" y luego hacer lo que se les antojaba, menos cumplir las órdenes que él daba, lo cual activaba su sentido de envidia al máximo, si fuera un poco más como ese tipo, lo respetarían con solo mirarlo, pero no podía hacer nada con esa tonta cara de niño bonito que se gastaba desde que nació.
Pero trataba de ver el vaso medio lleno, y tenía unos cuántos agentes en cuyos hombros podía apoyarse, aunque trataba de no abusar de ello; sin embargo, no pudo evitar sonreír un poco al ver que quien había llegado primero a la escena era MacGregor, su primer compañero de equipo cuando llegó a trabajar en la comisaría de Madison Street. MacGregor era un tipo eficiente, poco hablador pero muy perspicaz, que perfectamente pudo haber sido jefe, pero si había algo que odiaba era estar a cargo, y prefería seguir órdenes que darlas.
"¿Seguro que quieres verlo?" le preguntó MacGregor, adivinándole el pensamiento, "como si tuviera opción", le contestó, él era el comisario, quisiera o no, estaba a cargo, "dime lo que hay" rogó algo renuente; si alguien conocía a Onodera, ese era MacGregor, y sabía que sus capacidades iban muchísimo más allá de ser sólo el hijo de un juez. "Mujer, diecinueve años, ascendencia asiática, estudiante del King's College y participante de un estudio de danza, salía a trotar todas las mañanas con unas amigas, pero hoy se les adelantó, hacían siempre el mismo recorrido, por lo que cuando ellas llegaron a esta parte la encontraron entre medio de los arbustos" recitó MacGregor, como si fuera el guión de alguna obra, "el forense ya está trabajando en ella, pero por lo pronto, sabemos que murió de al menos una docena de puñaladas en el tórax, no hay indicios de pelea o robo, así que quiero suponer que podría ser pasional, aunque prefiero esperar el informe de la autopsia", concluyó.
Onodera lo escuchó atentamente mientras miraba al suelo, y luego de que MacGregor terminó, repitió los datos más importantes en voz baja, con eso se aseguraba de que no se le olvidaría nada; una vez terminada su memorización, le pidió a su compañero que lo guiara hasta el lugar de los hechos. Como siempre, hizo la vista gorda cuando el policía que custodiaba la cinta de seguridad le pidió su identificación y él le mostró su placa, siempre era lo mismo, la misma mirada estúpida como diciendo "¿en serio es comisario? Parece estudiante de preparatoria", y luego la mirada de consulta hacia quien iba a su lado, que MacGregor había aprendido a contestar con una expresión que parecía un "¿qué miras, pendejo?".
La escena era, más que horrenda, hasta cierto punto lamentable; era una chica casi demasiado bonita para haber terminado así. La forense a cargo era una vieja conocida, y siempre le hacía la misma pregunta "¿Qué tengo que hacer para que los años me pasen por el lado igual que a ti?... hola comisario", a lo que Onodera contestó con un simple "tener padres asiáticos", y acto seguido pidió despejar el área un momento.
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AMOR EN PELIGRO
ФанфикLas calles de Nueva York no son pacíficas. Mientras trabajan en esclarecer los hechos tras algunos asesinatos en sus respectivas zonas, el detective Takano y el el comisario Onodera tendrán que unir fuerzas al enfrentar un nuevo caso que parece cone...