OSCURO RETORNO

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La última hora de su estadía en ese motel pasó en un santiamén, y fue interrumpida por una llamada de la recepción, avisándoles que la máquina que iba a despejar la nieve del estacionamiento estaba por llegar, y que por favor salieran a demarcar donde se encontraba su coche, para que no pasara ningún inconveniente. Así que allí estaban, vistiéndose, pero Takano insistía en seguir besando sus labios mientras lo hacía, y Ritsu no era como que se negara, al contrario, también buscaba sus labios mientras ordenaba sus cosas y las metía en su bolso.

El último beso fue frente a la puerta, el sonido de la máquina barredora se escuchaba fuerte y claro al otro lado, pero ellos se negaban a abrir, estaban ensimismados comiéndose las bocas en un beso tan apasionado que el chofer de la máquina tuvo que tocar tres veces antes de que se dieran cuenta de que era en su puerta que estaban tocando, y tuvieron que tomarse aún un minuto más para bajar sus revoluciones, pues habían terminado seriamente agitados.

Finalmente, Ritsu abrió la puerta para atender al trabajador, quién inocentemente le saludó y le pidió que quitara la nieve apostada sobre su carro para barrerla junto con todo lo demás, era evidente que no estaba acostumbrado a ver un carro de ese tipo, y obviamente no quería cometer ninguna imprudencia; Ritsu le dijo que lo haría en seguida, pero mientras el trabajador se daba la vuelta y volvía a lo suyo, Takano retenía a Ritsu dentro de la habitación para darle el último beso, y para pedirle que considerara la posibilidad de algo más entre ellos.

Ritsu se le quedó mirando impávido, su mente había dejado de funcionar por unos segundos, pero logró reaccionar para decir que lo pensaría; finalmente, Takano le dejó el camino libre y salió tras él, y le ayudó a quitar la nieve del carro. Luego de eso, decidieron buscar un lugar donde desayunar, ya pasaban de las nueve y media de la mañana, y después de todo lo que habían hecho durante la noche, realmente tenían hambre.

El trabajador de la barredora les recomendó un pequeño café a pocos metros de la salida del motel, así que decidieron ir allí mientras el hombre terminaba de despejar la nieve del estacionamiento. El lugar era realmente pequeño, pero muy acogedor, les recibió un delicioso aroma a pasteles y pan recién horneado, y se apostaron en una mesita junto a una chimenea de leña encendida que ambientaba cálidamente el lugar. No hablaron mucho, se entretuvieron en revisar sus correos y mensajes, Ritsu tenía su bandeja de entrada a reventar, y Takano revisó los últimos avances de los forenses de algunos de sus casos, y así estuvieron mientras les llevaban su orden.

En cuanto llegó su pedido, atacaron sus platos con ansias, estaban realmente hambrientos, y no levantaron la vista sino hasta cuando ya pudieron recuperar un poco de energía, y terminaron riéndose de sí mismos. Una vez que terminaron, volvieron al motel a buscar el carro, y luego de pagar lo poco que habían consumido, salieron finalmente de allí. Mientras Ritsu conducía, con los lentes que Takano le había regalado el día anterior puestos, Takano se entretenía en llamar a Smith para comunicarle lo que habían logrado recabar de información con el profesor Cheng, transmitiéndole las sospechas de Ritsu acerca de aquella persona que cumplía hasta el momento con todos los puntos para ser el principal sospechoso, sólo que no se había podido confirmar que estuviese en el país, por lo que habría que ampliar la investigación un poco más.

Smith estuvo de acuerdo, Anderson le había contado los pormenores de la historia que les había contado Zhao, y estaba de acuerdo en que ese compañero que había nombrado encajaba perfectamente con la descripción que manejaban del perpetrador de casi todos esos casos, así que se comprometió a seguir indagando con la policía de inmigración y la policía internacional.

Llevaban un buen rato de viaje sin hablar después de eso, Ritsu manejaba con bastante precaución debido a que había partes en el camino que, si bien estaba despejado de nieve, no daban confianza como para manejar tranquilo, pues había parches de escarcha que podían sentirse cuando el carro pasaba, y no quería tener un accidente por cometer alguna imprudencia o por exceso de confianza. Mientras tanto, Takano se entretenía en tomar algunas fotografías del paisaje nevado y una que otra de Ritsu, que tomaba furtivamente para que no lo descubriera y le obligara a borrarlas.

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