EFECTO

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Takano se despertó acalorado, pero no por la temperatura de la habitación o porque tuviese un cobertor demasiado grueso, sino por algo muchísimo más... desconcertante.

Si bien su día había empezado muy, pero muy temprano, cuando el médico de aquel sanatorio le había llamado para avisarle que el profesor Cheng había despertado del coma inducido, pero que su estado era inestable, aunque al parecer estaba lo suficientemente lúcido como para querer hablar, y había tomado la decisión de viajar hasta allá de alguna manera, lo que estaba pasando en ese momento se había comenzado a gestar justo después de haber entrevistado a aquel desafortunado hombre.

Después de ese extraño interrogatorio que hizo Ritsu, le vio tambalear hasta su carro, meterse tras el volante y quedarse ahí, inerte, sin saber a dónde ir; se veía en extremo agotado y somnoliento, así que él rápidamente había buscado información sobre algún motel económico donde pasar la noche, pues no era para nada agradable la idea de regresar con un chofer con la narcolepsia a mil en una noche de tormenta de nieve.

Habían llegado a ese motel justo cuando se desataba la tormenta, encontrándose con que sólo les quedaba una habitación; claro, él había pedido una habitación para dos personas, pero quizás no fue lo suficientemente específico cuando llamó, pues sí, les dieron una habitación para dos... con una sola cama. No era como si él tuviese algo en contra, ya había habido ocasiones en las que habían compartido una cama, sólo que la última vez que habían dormido así fue en la universidad, en una fiesta en donde aún no recordaba cuál de los dos había terminado más borracho, muchísimo tiempo antes de venir a darse cuenta de que estaba enamorado de ese chico que en ese momento tambaleaba frente a la puerta como si se hubiese tomado una botillería entera.

Por un momento quiso ir a reclamar a la recepción por el asunto de la cama, pero ese pensamiento fue lanzado lejos cuando una horrible ráfaga de viento y nieve lo empujó hacia adentro junto con su ahora compañero de habitación; de ahí en más, fue espectador de una escena bastante cómica y un poco preocupante, pues una vez que él cerró la puerta, Ritsu se adentró en la habitación mientras se iba quitando la ropa hasta quedar en boxers y camiseta, separar la cama y meterse en ella en calidad de zombie, colocar la alarma de su celular casi con los ojos cerrados, cubrirse con las mantas y dormirse de inmediato, todo mientras él seguía de pie frente a la puerta, haciendo que se preguntara cuántas veces había hecho eso mismo Ritsu, allá sólo en su departamento, sin siquiera fijarse en si había dejado cerrada la puerta o no.

Takano realmente no sabía muy bien qué hacer una vez que vio a Ritsu quedarse dormido, según parecía, el chico no había reparado en su presencia en ningún momento, así que no sabía cómo iba a reaccionar cuando se despertara y viera que compartían la habitación... y la cama. Y es que, por más enamorado que estuviera y le pareciera hasta romántico el asunto, y por mucho que su relación se estuviese recomponiendo, no tenía la menor duda de que en cuanto Ritsu le viera al otro lado de la cama, mandaría aquella carta de compromiso de no agresión, el trabajo conjunto y a él al mismísimo infierno volando de una patada.

Pero tampoco iba a cederle la cama así nada más, maldición, él también había estado todo el día de pie, también estaba cansado por el viaje y la espera, y, además, él había conseguido la habitación y la había pagado, así que, al demonio, él también ocuparía la cama, total, qué era lo peor que podía pasar.

Y lo peor que podía pasar, estaba pasando justo en ese momento; después de ver cómo Ritsu se quedaba dormido apenas tocar la cama, Takano se había dado un par de vueltas por la habitación revisando algunas cosas. Luego de revisar la máquina de café, la que no le dio mucha confianza, así que decidió no utilizarla, revisó el mini refrigerador, donde encontró un par de botellas de agua, otro de jugos y unos sándwiches que decían en la etiqueta de elaboración que eran del día, así que decidió que se comería uno junto a uno de los jugos.

AMOR EN PELIGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora